Bondad a prueba de olvidos

Doña Emilia Había llegado a los 90 años cuando falleció. Había sido una de esas mujeres fuertes que enviudó demasiado pronto. Con muchos hijos que criar, trabajó muy duro para sacarlos adelante.

Casi al final de sus días, se enfermó de Alzheimer, se le olvidaban muchas cosas.

Había veces que su hija le servía de comer y apartaba un poco de comida, o cuando le daba chocolates, se guardaba unos en las bolsas para sus niños.

“¿Para qué aparta comida, mamá, cómasela toda?”, le decía su hija.

“Es para tus hermanitos”, le respondía.

Los hermanitos ya tenían unas cuantas canas.

A Doña Emilia se le habían olvidado sus edades, pero no su propia bondad.

-José FUENTES-SALINAS/ tallerjfs@gmail.com

"Sin pétalos, pero libre". Foto: José FUENTES-SALINAS

“Sin pétalos, pero libre”.
Foto: José FUENTES-SALINAS