Instrucciones para esperar en una sala de hospital

SEA PACIENTE, aunque no esté internado. Asegúrese que tomó su dosis diaria de cafeína, pero no se desespere. Reconozca el lugar del sanitario. Acostúmbrese al olor a desodorante, a las lociones de las señoras y a la pizza de pepperoni de esa mujer que llegó en silla de ruedas de doble rodada. Pregúntele a la recepcionista cuanto habrá de esperar, pero no crea lo que dice. Cuente más bien cuántas cabezas hay en la sala y no se ocupe del mal aspecto que tienen. El dolor siempre es así de aburrido: los gestos se descomponen, los párpados se caen… La sala de un hospital es mala para conversar en temporada de catarros. Así es que mejor evite las conversaciones. No abra la boca. Mejor, abra su teléfono-computadora y en la pantalla cuéntese usted mismo un cuento -que sea pequeño por si le toca su turno.
No vaya hacer esperar al radiólogo para que le retrate ese esqueleto desgastado.

Las salas de espera son así, ya sabe cómo. Foto: JFS

José Fuentes-Salinas, Irvine, California,  13. Ene. 2017. tallerjfs@gmail.com