Karaoke en Palm Springs

EL LUGAR era un descubrimiento, una doble sensación de regocijo. Claro. Todos, o casi todos, alguna vez nos hemos puesto a cantar bajo la regadera y hasta en una reunión familiar hemos castigado a los parientes cantando a destiempo una canción a través de la pantalla del karaoke.
Pero esto era otra cosa.

—I feel good… So good, ’cause I got youuuuu… I feel nice, like a sugar and spice…

La canción de James Brown sonaba tan real, tan profesional, que el hombre que la cantó en el “Peabody’s Café & Bar” de Palm Springs provocó una segunda ronda de aplausos.

—Vamos, vamos a entrar… Se ve que tiene buen ambiente —había insistido la Chulita, luego de ver el desfile navideño de luces, y de cenar.

Nos había tocado una mesa enfrente de donde los aficionados pasaban a cantar sus rolas. Foto: José Fuentes-Salinas

Nos había tocado una mesa enfrente de donde los aficionados pasaban a cantar sus rolas. Foto: José Fuentes-Salinas

Ya era tarde. Acabamos de cenar en “Brickworks Bistró and pizza”, donde nos chupamos una botella de Ruta 22, un vino Malbec argentino. Andábamos levemente flameados, como para regresarnos al hotel a descansar. La chulita tenía que trabajar desde temprano el domingo y esa era mi preocupación, pero su insistencia en ir al karaoke fue mayor. Y es que desde hacía rato el sonido del desmadre que traían los cantantes aficionados llegaba hasta el balcón del restaurant donde cenábamos.

El karaoke estaba en su mero apogeo.

Había una mesa exactamente enfrente de ese pequeño escenario, donde frente a una pantalla iban pasando Beyoncé, Linda Rostandt, James Brown, Bruno Mars…

Rodeado de fotos en blanco y negro, y con spotlights rojizos, de pronto estábamos a expensas de las miradas de algunos de los artistas que alguna vez vivieron en Palm Springs: Marilyn Monroe, Frank Sinatra, Dean Martin, Cary Grant, Jane Mansfield…

En la esquina, el DJ iba recibiendo los papelitos azules con el nombre de las canciones que los aficionados querían cantar y los iba colocando en una en lista con que los iba llamando.

Pasaban solistas, duetos y hasta tríos que lo mismo celebraban un cumpleaños que el simple gusto de llegar al fin de semana enteros.
Los cambios a veces eran radicales, y de una rolita de Barry Manylow se pasaba a un rock pesado, o al mismo rey del soul, James Brown.
— Copa, Copacabana… Her name was Lola, she was a showgirl… She would merengue and do cha-cha…

Una aficionada canta "Copacabana" de Barry Manilow en el "Peabody Cafe & Bar" de Palm Springs. Foto: José Fuentes-Salinas

Una aficionada canta “Copacabana” de Barry Manilow en el “Peabody Cafe & Bar” de Palm Springs. Foto: José Fuentes-Salinas

Todo cabía en un desmadre sabiéndolo desmadrar. Relájate valedor —me decía—  no la hagas de tos que la noche es tuya.
El vodkita Ketel One con jugo de arándano y la cervecita nos la chiquiteábamos muy despacio aunque no fuéramos a manejar.

Aún con todo ese regocijo sabíamos que al día siguiente habría que levantarse temprano para la conferencia.
Daba gusto ver a las amigas vacilarse a sí mismas, a los viejos sin atributos salir a cantar una balada, saliera como saliera, daba gusto ver de pronto a un joven agarrar el micrófono y cantar como Led Zeppelin o U2.

Incluso fue sorpresivo que una mujer que había permanecido silenciosa en un rincón sin pistear, y que hubiera parecido la dueña del lugar, casi al último se levantó sigilosamente a cantar “Blue Bayou”, y se fue.

Casi al final, una mujer que había permanecido callada se levantó a cantar "Blue Bayou", antes de irse en "Peabody Café & Bar". Foto: José FUENTES-SALINAS

Casi al final, una mujer que había permanecido callada se levantó a cantar “Blue Bayou”, antes de irse en “Peabody Café & Bar”. Foto: José FUENTES-SALINAS

Yo hubiera querido también contribuir a la alegría de todos, pero el DJ no se sabía el acompañamiento para una rola de El Kommander: “Y no se me quitan, estas ganas malditas de abrazarte…”

—José Fuentes-Salinas, 7 , Dec., 2016.  tallerjfs@mail.com