Es la 1:00 de la tarde en la plaza del Town Center. Hay 100 mesas con sillas vacías, y frente a mi 20 salas de cine, adonde acuden solo dos o tres parejas de personas que deben haber repasado los 70 años. Aún lado, en la otra única mesa ocupada, dos mujeres llevan una hora hablando de los precios de las casas. Una de ellas dice que sus padres compraron una segunda casa en la costa este, por si ella decidiera dejar California, la quinta economía del mundo. A donde quieran que volteo no hay nada que me apresure. La fuente que está a la mitad, entre las 10 taquillas de los cines y este patio, cada 30 segundos alcanza una gran altura que llega al número 26 de los cinemas, en medio de un azul intenso de la 1:00 de la tarde, con una temperaturas de 78°. Estoy de vacaciones por una semana y he decidido hacer nada de 7:00 a 4:00 de la tarde que es cuando tendría que cumplir mi horario de trabajo de ocho horas. Podría tener el tiempo de contar las hojas del árbol que está sobre mi cabeza, pero no estoy loco ni obsesionado por los números. Solo estoy vacilando.
—José FUENTES-SALINAS, Long Beach, California. 10102018