Hay muchas formas de pensar en la realidad.
Mientras mi hijo se esforzaba por mostrarme la magia de la realidad virtual, alrededor de nosotros ocurría otra realidad más real. La realidad del cafecito adonde íbamos desde que era niño nos invitaba a juntar lo viejo con lo nuevo. The Library Coffee House, en Long Beach, está hecho de libreros de libros usados, de mesas y sillas de un segundo o tercero.
En la pantalla de su computadora me enseñaba como los objetos y personas inexistentes en ese momento aparecían flotando en la pantalla de esa realidad virtual.
Mientras, personas reales conversaban cara a cara y tomaban café de verdad.
También se comunicaban con otra realidad del pasado o del presente: una pareja de posibles novios que no se habían visto desde la escuela secundaria, clientes que exploraban algo en la Internet, y un grupo de señoras psíquicas que compartían como en los tiempos de Allan Kardec sus testimonios de la comunicación con los muertos.
Hablaban de un esposo que regresaba de la muerte, de un fantasma que quería expulsarlas de la casa, de su grado de espiritualidad…
Entre tantas realidades, con mi hijo conversábamos sobre cómo juntar unos cuantos cuentos infantiles y acomodarlos en el ciberespacio del Tío Caimán, un personaje ficticio que también tiene algo de realidad.
-Long Beach, CA, 30 DEC., 2016. tallerjfs@gmail.com