Era un juego amistoso entre el Milán y Pro Patia. Un juego donde no se gana nada al ganar, excepto regalar un momento de entretenimiento a la afición.
El delantero del Milán nacido en Alemania, pero de origen ghanés Kevin-Prince Boateng parecía bailar con el balón hasta que unos gritos de la tribuna lo pararon en seco.
Recogió la bola y se las lanzó.
Empezó a quitarse la camiseta y a salir de la cancha.
Estaba dispuesto a entretener a la audiencia, pero el tiempo en que esta lo hacía humillando a los esclavos había pasado hace muchos años.
Su equipo entendió su gesto y abandonaron el juego.
“Es algo intolerable, era sólo un amistoso. No podíamos haber seguido, teníamos que dar ejemplo”, dijo el capitán del equipo Massimo Ambrosini.
Queriendo explicar las cosas, Gigi Farioli, alcalde de la localidad lombarda de Busto Arsizio, donde reside el equipo contrario, se convirtió en cómplice de los racistas: “Ha lanzado un balón a 200 km/h contra un aficionado”, reclamaba el alcalde.
-Con datos de AFP, 3 de enero, 2013