Los panteones de Zacapu y el Cristo de La Laguna

Detalle del Cristo de la Laguna del Panteón Viejo de Zacapu, Michoacán. FOTO: José FUENTES-SALINAS.

Detalle del Cristo de la Laguna del Panteón Viejo de Zacapu, Michoacán. FOTO: José FUENTES-SALINAS.

De cómo los muertos fueron perdiendo su visión panorámica y el “eterno descanso” ya no lo fue tanto.  

 

Por José FUENTES-SALINAS   -tallerjfs@gmail.com

Eran dos los panteones que existían en Zacapu.

En el panteón viejo estaban enterrados los muertos viejos y en el panteón nuevo, los nuevos muertos.

Pero de pronto, el panteón nuevo ya no lo fue tanto, y en el panteón viejo se empezaron a recibir nuevos muertos cuando la capacidad hotelera del panteón nuevo se vino abajo.

Esto ocurrió con frecuencia sacando los huesos de los muertos olvidados que no pagaron “perpetuidad”.

El panteón viejo era más panorámico.

Estaba frente a la laguna. En primera fila estaba una tumba con un Jesucristo sentado como en posición de yoga.

El Cristo parecía reflexionar y observar el horizonte de la laguna donde en un punto se observaba su iglesia.

¡ Que serenidad de aquella mirada de el redentor, frente al espejo acuático, el cielo, las nubes, y el sonido de las campanas!.

Un  fotógrafo del pueblo le tomó una foto, y mi hermana Berta se la compró.

Cada vez que entraba a la sala de la casa de mi hermana la veía ahí, a un lado de sus bordados de punto de cruz.

Pero como en Zacapu los paisajes no son buen negocio, un día al pobre de Jesús le acomodaron un edificio de frontón enfrente que le tapó el paisaje.

Y en lugar de escuchar a las campanadas rítmicas del templo, se empezó escuchar más y más el tráfico, y las bocinas del camión del gas como si fuera a empezar una carrera de caballos en el Hipódromo de las Américas.

Al Jesucristo se le empezó a caer la piel, y su mirada era cada vez más preocupante,  porque él tampoco pagó perpetuidad.