A dos años de cumplir un siglo, María Moreno dejó de jugar Bingo y servir de voluntaria en el Centro de Jubilados de Santa Fe Springs.
Al morir, le dejó a Santos su Ave del Paraíso, sus plantas y dinerito escondido por varios lugares de la casa.
Sin haber ido jamás con médicos, porque, según su nieta Camille, “súbitamente inventan enfermedades”, María fue perdiendo la memoria debido al Alzheimer.
Cuando su enfermedad era evidente, aún sin haber ido al médico y hacerse mapeos cerebrales, un día decidió quemar todas sus fotografías de los momentos felices que pasó con su esposo Santos en México y Europa, así como las fotos de sus hijos, nietos y bisnietos.
Y es que ¿de qué sirven las fotografías sin los recuerdos?
-31.,Jul., 1998. “Pulsos Angelinos”, Tomo VII