“La Pandilla de los Doberman” (The Dobemann Gang) fue una película escrita por Louis Garfinkle que en 1972 mostró a estos perros robando un banco y atacando ferozmente a las personas.
Los Dobermann deben su nombre al recaudador de impuestos alemán Karl Frierdrich Louis Dobermann (1834-1894) quien había cruzado un perro callejero de raza desconocida con un Pinscher.
Su origen callejero ya era suficiente mala reputación.
Aunque la Infantería de Marina de los Estados Unidos lo adoptó como “perro de guerra” en la Segunda Guerra Mundial, la mala reputación en los experimentos genéticos de los nazis y en una rara mezcla con perros del Imperio Romano como el Rottweiler.
Lo cierto es que el “Firpo”, el veterano perro de mi infancia servía para calentarle los pies a mi madre mientras tejía en su silla chaparrita esperando a que llegaran sus hijos de la escuela, por la tarde.
No había sido el único Dobermann de la casa. También nos divertíamos con el “Topolín”, “Laica” y “Atila” que en la libertad de un huerto de duraznos no les importaba mucho la mala reputación de su raza.