#Thanksgiving, #ViernesNegro, ##Navidad, #ComprasNavideñas, #Malls, #Amazon, #OnSale, #ShoppingCenters… Los “hashtags” de la temporada le producían alergia psicológica. Cuando en la temporada de fin de año iban apareciendo estas categorías, le empezaban a salir ronchas de nostalgia. Como mecanismo de defensa, su mente regresaba a aquella época en que no existían todos estos conceptos. Se trataba de un regresión, de una idealización de un pasado que nunca fue así, como lo explicara Freud. La alergia lo llevaba a una época en que los conceptos eran #aguinaldo, #ponche, #posadas, #cosechas, #amigos, #vacaciones, #Jaja…
Una vez leyó que todas las culturas del mundo, en todas las épocas se mueven por ciclos, y en la última parte del año, los rituales se encaminan a juntarse y compartir, para sentir que el año tuvo sentido. Los croatas se juntan en un lago y sacan una gran cantidad de carpas que mantienen vivas hasta la cena navideña. En algunos pueblos rurales de latinoamérica engordan un guajolote y luego lo sacrifican para cocinarlo. En los orígenes de los regalos, las tribus se juntaban para intercambiar los excedentes de sus cosechas, o de su economía. Eso fue el origen del concepto de regalar: compartir los excedentes, antes que endeudarse para dar lo que no se tiene. La actividad manufacturera o agrícola concluía el año con unos cuantos excedentes, un costal de nueces, un collar de piedras labradas. Toma y daca.
Entró al Centro Comercial de Torrance, California. Se entraba por la tienda que tiene maniquíes de madera estilizados con un estilo cubista, y camisas cercanas a los cien dólares, bolsas “de marca”, que es solo una forma acaso boba de distinguir una mercancía de otra. En esa tienda de ropa, cosméticos, zapatos y relojes, la última novedad era el bar y el restaurant incluido para que la experiencia de compras no se interrumpa por el hambre o por el estrés.
Esa tienda era la puerta de entrada a las más de 200 que ocupaban varias cuadras: Kate Spade New York, Hugo Boss, Brook’s Brothers, Z Gallerie, Vince Camuto. Nordstrom, Macy’s, Macy’s Men, Levis, Home & Furniture, JCPenney, Sears, Billabong…
Pero él buscaba más la originalidad: el changarrito que hacía playeras, el puestecito de nacimientos y cruces de madera de olivo de Jerusalem, la tienda “Ay Güey” que vendía playeras y artículos de boutique mexicanos…
También le gustaba pasar a las tiendas TJ Maxx, donde si había algo que le gustaba debía llevárselo, porque no iba a durar a ese precio. Ahí era donde cada año compraba las chucherías para el intercambio de regalos de la compañía: un pomo, una taza, un cuadro, un adorno…
El Centro Comercial había sido remodelado hace poco más de un año. El costo de la remodelación lo pagaron las tiendas de .99 centavos, y otras que vendían artesanía de importación.
Los puestos temporales eran los pocos que le sorprendían, como el vendedor de artículos de Fe.
—¿Por qué junta el nacimiento con la muerte?- le preguntó al comerciante de artículos de madera de olivos, de Jerusalem.
El comerciante pensó que era una pregunta absurda, o por lo menos rara.
—Es lo que pide la gente —dijo.
En el centro comercial los adornos navideños y las ofertas empezaban a colgarse. Pero ese puesto de nacimientos tallados en madera era la única referencia al concepto original. Se justificaba. Pero ¿y las cruces? ¿por qué poner un montón de cruces del martirizado Jesús rodeado de nacimientos?
—Eso no es bueno para que lo vean los niños —quiso decirle— imagínese que venga un niño y una madre tenga que explicarle que a ese bebé lo van a sacrificar en una cruz, haciéndole derramar sangre con una corona de espinas. ¡Qué salvajada!, ¿no le parece?… Por lo menos no es lo políticamente correcto. ¿Por qué no guarda las crucifixiones para otro tiempo?
En esa tienda, que se ostentaba como la más grande de la Costa Oeste, aún no tenía la tienda favorita de los jóvenes y muchos mayores: la Apple. Por alguna razón, aún no se incluía, a pesar de que en otro “mall”, el de Cerritos, existía desde hacía varios años, y, en los fines de semana se convertía como en una verdadera misa de la tecnología cibernética.
La tecnología cibernética era acaso la mercancía más cotizada de la segunda década del milenio. Era esa misma tecnología que poco a poco estaba enterrando esa costumbre del #BlackFriday de atiborrar las tiendas para aprovechar las ofertas, algunas veces incluso desde la madrugada posterior al Día de Acción de Gracias.
Ahora, los compradores compraban “On Line” averiguando las ofertas en Amazon, y, algunas veces, recogían la mercancía en la tienda el mismo día de la compra, pero sin hacer lineas para pagar.
También, algunas tiendas, sabedoras de que cuando se cumplen los 30 años los compradores se hacen más inteligentes, empezaron a inventar fechas alrededor del año para que la gente fuera comprando con la sensación de que le daban más barato: Valentines Day, Mothers Day, Labor Day, Veterans Day, Cinco de Mayo, Super Saturday… ¡A Viernes Negro, cada vez te la vez más negras, cada vez eres más gris!… Lo bueno es que para muchos habrá más tiempo para digerir la comilona del Pavo, del Thanksgiving.