Los mensajes del cuerpo

"Encuentro entre la Ciencia y el Arte" Foto: José Fuentes-Salinas/ Tlacuilos.com

“Encuentro entre la Ciencia y el Arte” Foto: José Fuentes-Salinas/ Tlacuilos.com

Por José FUENTES-SALINAS    -tallerjfs@gmail.com          

MIRE USTED. Solo se trata de escuchar su cuerpo. Si se le enfrían las rodillas y el otoño le produce un leve escalofrío, salga a caminar al sol. Váyase por ahí a tomar un cafecito. No importa que haya hojas secas tiradas por la calle y en los aparadores de las tiendas aparezcan brujas y esqueletos. Escuche su cuerpo, él no le engaña, ni obedece a caprichos.

Ya sé que los mensajes más triviales son cuando crujen las tripas y se le cierran los ojos de sueño, o cuando tiene urgencias de eliminar las inmundicias. Pero también hay otros mensajes más discretos. Cuando quiere dejar salir el aire de sus pulmones, y que al salir produzcan sonidos, y que ese sonido le regrese como un eco, pero acompañado de otros ecos.

Hay un momento en que su cuerpo le pide silencio para escucharse a sí mismo, y otro en que quiere escuchar murmullos de gente que almuerza y conversa. Su cuerpo siempre le habla con mensajeros discretos, calambres en las nalgas cuando ha estado demasiado tiempo sentado frente a la computadora, o calambres de cuando se ha ido de “pata de perro”.

Pero también hay mensajes que lo arruinan todo, llenos de dolor. Esos mensajes abrumadores suelen ser por haber descuidado los mensajitos. Saber escuchar los mensajes grandes y los pequeños es una habilidad que empieza desde muy niño. Algunas veces los adultos arruinan esa habilidad porque llegan a pensar que un llanto no es otra cosa que ganas de joder.

Más tarde, también las cosas se suelen complicar, porque los mensajes de tristeza y tedio se interpretan solamente como la necesidad de tragarse una pastilla. Se complican también porque con algunos mensajes elementales, usted quiere descifrarlos demasiado con los brujos o con la computadora.

Al final, el bienestar solo se trata de escuchar con honestidad su cuerpo, antes de que empiece a escuchar “pasos en la azotea”, o cuando está próximo a salir de su casa con los pies por delante.

 

Los “Spamers”

Son como tumores que contínuamente hacen metástasis.

Son la última cadena del DNA del mercado, las garrapatas tecnológicas, que lucran con una comunicación anémica.

Con la fantasía del Siglo XXI, de que todos los posedores de una plataforma digiital puede ser potencialmente comunicadores lucrativos, los spamers aparecen vendiendo viagra, cialis, mercancías de dudosa procedencia y servicios inbéciles.

Es cierto. Hay filtros.

Pero los parásitos digitales también saben de filtros y hacen mutaciones cromosómicas para filtrarse en las redes y destruír la comunicación.

Chamacos y chamacas, boys and girls:

Si una vez aprendieron el esquema de Shannon y Weaver, vuélvanle a dar una leída y discútanlo: en la comunicación hay un emisor, un receptor, un código, una retroalimentación… Ok, Ok… Pero lo que no aprendieron bien es que los “canales”, el sustrato material de la comunicación, se los han expropiado. Ahora, los canales están al servicio del marketing, y no hay forma de purificarlos. En algún momento, en alguna esquina, en algún márgen aparecerá el anuncio de “venda”, “compre”, “haga”, “vote”…

¿Qué tal suena “el negocio de la comunicación”?

Esto no quiere decir que no haya cafés, parques, reuniones familiares, visitas a los enfermos, alivio de los afligidos (ya me salió un rosario), donde se comunican las personas cara a cara sin intermediarios. Pero como eso no es negocio, no se promueve.

Lo acepto.

No podemos dar marcha atrás al “reloj de la historia”. Nos hemos hecho demasiado exigentes para controlar nuestro tiempo personal. Paradójicamente hemos caído en los brazos de Sylicon Valley… Y de los “spamers”.

Ja jaaa… Me da risa saber que esto lo estoy diciendo en una MacBook y en la plataforma hecha posible por un nerd informático. Esa es otra paradoja.

Pero déjenme decirles que mi primera intención para acercarme a estos canales de comunicación era conocer desde adentro el nuevo fenómeno de la comunicación.

Dentro de todo esto, hay muchas maravillas que he podido disfrutar, como escuchar las voces de poetas y trovadores muertos, y tener a mi lado una sinfonola especializada.

Pero los “spamers” !ah los “spamers”!, esas ladillas de la comunicación, aún no sé como controlarlas, como impedir que me roben mi tiempo.

Ojalá hubiera una brigada anti-spamers.

 

 

-tallerjfs@gmail.com

 

EXCESOS

APARECEN en todos los lugares, en todos los momentos. El Dr. Dharma Sigh Khalsa piensa que los 1,600 anuncios que el norteamericano promedio ve diariamente lo ponen en demasiado estrés que le va arruinando la memoria.

“Cada anuncio, por supuesto que no nos hace que gritemos de pánico, pero se registra en nuestro sistema nervioso, cobrándole un impuesto a nuestras neuronas y neurotransmisores, y algunas veces liberando hormonas del estrés”.

Los anuncios llegan en programas de televisión, radio, internet, playeras de jugadores, postes…

En el verano, los californianos se van a la playa para escapar de ellos… But guess what?… Ahí aparecen las avionetas frente a ellos ordenándoles qué bebidas tomar, además de romper el paisaje de papalotes y gaviotas.

El concejal Toni Iseman, de Laguna Beach, tuvo que protestar: “Cuando la gente va a la playa, quiere oír el sonido del oceano y las risas de los niños, no las aventuras comerciales”.

 

(Dharma Sigh Khalsa, “Brain Longevity”, 1999; Los Angeles Times, Jul.22.2001. Stanley Allison.)

 

-José Fuentes-Salinas, tallerjfs@gmail.com