Introducción a la ortopedia preventiva: LA MANO

¿Para cuantos movimientos sirve una mano?, habrá que preguntarse. Trate de estrechar otra mano y lo empezará a entender. Habrá un frasco de tinta o de nopales en vinagre y lo sabrá. A media noche trate de alcanzarse la espalda para rascarse, y lo sabrá. Abra una puerta, abotónese la camisa y el pantalón, jale los calcetines, abróchese las agujetas, arranque una mala hierba, apriétese la nariz, intente una caricia… Y lo empezará entender.
Luego de haber recuperado el movimiento perdido por una semanas, usted entenderá que lo menos importante es cuánto oro puede colgarse, en cuanto tiempo. Habrá de entender que girar el puño, jalar una cuerda, frotarse los dedos, son una maravilla que solía despreciar. Y ya descartamos por hecho que usted sea un guitarrista o boxeador, porque acaso sólo lo llenaremos de temores.

EL REENCUENTRO
Las hábiles manos quitaron la coraza que la habia inmovilizado por varias semanas. Al sentirse libre, se abrazó con su pareja, se entrelazaron, se penetraron. El mal olor y el sudor no detuvo el encuentro. Se volvieron a sentir parte de un mismo cuerpo. Luego, En la regadera volvieron a compartir la espuma, sintieron nuevamente el agua tibia escurrirse. Cuidando de no hacer nuevamente movimientos peligrosos, la mano fracturada volvió a participar en ese acto de relajamiento, de purificación con la mano derecha.

Las manos se vuelven a reconocer, luego de que ortopedistas de UCI Irvine removieran el "casting".

Las manos se vuelven a reconocer, luego de que ortopedistas de UCI Irvine removieran el “casting”.

José FUENTES-SALINAS, tallerjfs@gmail.com, 1 de Julio, 2016

Los Pintores (I)

René Juarez Tujuy tenía 14 años cuando ya trabajaba ayudando al “Milusos” de su padre.

Arreglaban una clínica de Quetzaltenango, cuando al vaciar una cubeta de agua sobre un “volcán de arena” se produjo un relámpago que le quemó y arrebató los brazos.

-Había un cable de alta tensión escondido -dice en un salón del lujoso Hotel Bonaventure del centro de Los Angeles.

Participando en el Festival “Arte y Alma” (USA) platica que en aquel momento su madre le dió un segundo parto: “a partir de ahora tendrás otra vida, aprende todo lo que puedas mientras tengas a tus padres”.

René no fue a la universidad, pero aprendió a cargar sin brazos dos costales de azúcar en su espalda, de 108 libras cada uno.

En Quetzaltenango, la tierra del quetzal, René se levanta a las 5 de la mañana y vende La Prensa en el Mercado La Democracia. A las tres de la tarde, en lugar de usar sus dientes para masticar alimentos, les coloca pinceles con los que ha hecho mil cuadros. Sus cuadros tienen minuciosos detalles que le han tomado meses. Al final, unos van a dar a los muros de las casas de los turistas y extranjeros residentes en Antigüa Guatemala.

Su esposa, que se casó con él compartiendo un lugar en el Mercado La Democracia, se dedica al mismo oficio de descubrir horisontes y riveras que ahora mismo perfecciona en un cuadro del lago Atitlán.

-30 de mayo de 1999.