JARDINERIA: Lecciones de vida en el cuidado de plantas

LA HUMILDAD se aprenden llenándose las manos de tierra arrancando zacates y yerbas invasoras, sabiendo de que al poco tiempo reaparecerán.

Ese es el trabajo que hacen mis hermanos jardineros en el Sur de California. Los he visto en Disneyland jalando yerbas secas, o en el edificio de mi trabajo en Torrance. Jalar, cortar, volver a jalar, cortar… para que resalte la arquitectura de las plantas.

No hay malas y buenas yerbas. Pero tratándose de diseñar un jardín, las yerbas que no salen donde queremos les llamamos malas yerbas. Tampoco los zacates son malos en sí, y, con frecuencia protegen el suelo de la erosión, pero, igual, suelen ser símbolos de descuido.

Este lagarto lo pinté en el patio, pero con frecuencia tengo que jalar la “mala yerba” que suele crecer en los bordes. José FUENTES-SALINAS

HE APRENDIDO mucho de la jardinería, desde que era chico.

—Hijos, vayan a traer estiércol ahora que pasaron los animales —decía mi madre.

Entonces, con mi hermano, salíamos a ese camino terregoso con una pala y una cubeta, recogiendo la mierda de burros, vacas y chivos.

El estiércol mi madre lo dejaba secar un poco, y luego le servía para sus plantas del jardín o para los duraznos de la huerta.

Ese trabajo y el de arrancar zacates fue el primero que tuve cuando apenas tendría menos de 9 años. En ese tiempo yo no lo sabía, pero mi madre mes estaba enseñando mi primera lección de humildad. Los extensos jardines llenos de madreselvas, begonias, bugambileas, dalias, rosales, nomeolvides, cilantro, tomillo, manzanilla, mejorana… tenían su base en una limpieza constante de zacates y en un constante nutrición a base de mierda del ganado que bajaba del cerro.

Esa lección trato de no olvidarla nunca, e incluso hago una traducción de su equivalente en la escritura. Aquí, también uno tiene que estar constante eliminando exceso de palabras y clichés que hacen perder de vista lo que uno quiere decir.

EN EL JARDIN, se puede decir que se aprenden varios valores. Al valor de la humildad se aprende el de la observación. Un jardín es un conjunto de plantas que se acomodan para ser observadas. Hay plantas como los bambúes que además de convertirse en cortinas para darnos privacidad, cuando los mece el viento producen una gran tranquilidad. Los elementos del jardín, incluyendo las rocas y los animales tienen propiedades que nos ayudan a afianzar cosas que creemos, como el sentido de permanencia que nos transmiten las rocas.

Jardines Botánicos de Palos Verdes, California. Foto: José FUENTES-SALINAS.

Esa habilidad de poder entender que cada habitante del jardín tiene una función nos permite entender las relaciones entre lo que luce, lo que da sombra, lo que brilla, lo que se opaca, lo que huele… Aún en los peores momentos, uno sabe que en el jardín hay un orden, una organización, una interdependencia, y que todos “está ahí para nosotros”.

También, cuando nos decepcionan las personas, cuando nos frustra el trabajo, al regresar a ver el fruto de nuestro esfuerzo hay una grata recompensa de ver esas ramas verdes guardando una proporción con lo demás, y, acaso, ver a insectos y aves agradecer la casa que les hemos proporcionado.

PERO, nuevamente, en unos cuantos días habrá que recortar, habrá que limpiar de interferencias ese diseño de ramas, flores y tallos, igual que hace un escritor que tiene que reinventar sus observaciones de la vida.

 

—José FUENTES-SALINAS, 0404.2018. Long Beach, CA, tallerjfs@gmail.com