LA FOTOGRAFIA EN MEXICO: Enrique Segarra, los decanos

“A la vera del camino”… Es una exposición fotográfica de Enrique Segarra que se está presentando en el Museo Mural de Diego Rivera, frente a la Plaza de la Solidaridad.

La importancia de Segarra en la fotografía mexicana ha sido en virtud de que ha estado ligado a los grandes momentos de transición y que no obstante que asimiló la tradición de sus maestros Manuel Álvarez y Gabriel Figueroa, ha podido estar al tanto de las nuevas propuestas estéticas, esto en virtud de estar en forma permanente ligado con el quehacer de los jóvenes, principalmente por medio del Club Fotográfico de México (CFM).

En el club ha sido presidente en dos periodos y ha impartido clases durante 22 años.

Aprendió a ganar premios desde los inicios del club fotográfico de México y actualmente tiene acumuladas tantos trofeos que ha decidido quitarle la pequeña placa de datos y regresarlos para que con esos mismos sigan premiando a otros fotógrafos que necesitan reconocimiento.

Otra característica que define a Enrique en el mapa cultural de México es su capacidad de involucrarse en diferentes niveles de compromiso con la fotografía: se le puede ver en el Jardín del Arte en San Jacinto (el único artista de lente entre tanto pintor y escultor), de jurado en los salones mensuales del Club Fotográfico de México, haciendo fotografía publicitaria…

El fotógrafo mexicano Enrique Segarra posa entre sus cuadros en el Jardín de San Jacinto en la Ciudad de México (1989). Foto: José FUENTES-SALINAS. Instagram: taller_jfs

Aparte, en la exposición están incluidas varias etapas de sus 45 años de fotógrafo.

La pictórica (1943 a 1960).- Da cuenta de su interés por el paisaje mexicano, las puestas de sol, escenas bucólicas que tienden a lo romántico, a la idealización del medio rural…

El interés humano (1960 a 1970).- En esta etapa se comunica de igual a igual con las imágenes de Manuel Carrillo y Manuel Álvarez, y aunque no mantuvo la misma constancia que ellos en la preocupación por estos temas, destaca una excelente imagen que está destinada a convertirse en símbolo. Me refiero al Funeral del Angelito en un día lluvioso: por el camino encharcado caminan los campesinos, todo es gris y negro, excepto la pequeña caja blanca que será enterrada.

A decir de Segarra, esta imagen no sorprendió en los concursos latinoamericanos, —son tan comunes estas desgracias— pero en Europa y Estados Unidos ganó más de 31 medallas de oro: la denominó “Luz en las tinieblas”, debido a una escasa luz que se ve al frente del camino, y fue tomado un sábado por la tarde en Tecolutla.

En la etapa modernista (60-70).- hay una búsqueda de la composición formal y abstracta a través de sombras y estructuras de edificios, algunas de cuyas imágenes no cupieron en el espacio de la galería.

Por último, de las etapas por el mismo calificadas, está Impresionista, (1970-80) y la de Simplificación, (1970 a la fecha), en la que por medio de diferentes técnicas, en las que muchas veces incluye tramas y virados, logra abstraer solo los elementos esenciales de la luz y la forma sin otro interés que el placer visual.

De esta transición resulta un diálogo con las formas cuasi abstractas de la naturaleza de Ernest Hass, en los borregos, de los troncos de Edward Weston y los cielos desgarrados de Angel Adams.

Por último, habría que rescatar las ideas de Ida Rodríguez Panprolini cuando al referirse a la pintura señalaba que ‘había pasado el tiempo de los grandes artistas’ y que ahora en el siglo XX la belleza está en los grandes avances de la tecnología.

Creo que lo admirable en Enrique Segarra es que sin adjudicarse grandes pretensiones semióticas, sus imágenes si representan la posibilidad de que la tecnología fotográfica, y es capaz de hacerse de un lugar junto a los acuarelistas de la Plaza de San Jacinto, donde vende sus cuadros.

 

—José FUENTES-SALINAS, El Universal, Ciudad de México, 16 de Julio de 1989

LA FOTOGRAFIA EN MEXICO: El taller de Kathy Horna

“Estoy en crisis existencial: hoy todo el mundo corre, hoy todo el mundo maneja, ¿mis imágenes?… Fueron producto de un amor creativo. Nunca tuve prisa.”

—Katy Horna.

Ciudad de México, 1989.

 

A Kathy Horna la había conocido solamente por teléfono y por sus fotos que he visto en el museo del Centro Cultural Arte Contemporáneo (que por cierto, ella no sabía que estaban ahí) y en otras galerías y publicaciones.

Aquella vez que me invitó a visitar su taller, el domingo por la tarde, hablamos más de una hora. Me decía que no le gustaba opinar, que había opinado mucho cuando era joven, pero que si quería me invitaba a visitar el taller de la Academia de San Carlos para que platicara con sus muchachos, sus asistentes.

Kathy, de origen húngaro, de 76 años, de los cuales ha vivido 50 años en México, desde 1973 está en San Carlos.

En esa ocasión me dijo que su archivo de 40 años (1939-80), dónde están los personajes más importantes de la cultura nacional de ese periodo, lo donó al Instituto de Investigaciones de Artes Plásticas del INBA, ya que después del terremoto de 1985 su casa se deterioró y no pudo guardar por más tiempo su material.

Horna es una de las pocas fotógrafas que con toda certeza pueden representar el surrealismo en México: “hay un innato surrealismo en mi trabajo”, me dice.

Sus imágenes han aparecido en revistas como Artes de México, Nosotros, Artes Plásticas, Vanidades… Y recientemente publicaron un libro en Suiza, en el que ella representa el surrealismo latinoamericano.

VISITA A LA ACADEMIA DE SAN CARLOS

“Al taller de la abuela Kathy se llega subiendo las escaleras, dando vuelta a la derecha y deteniéndose a un lado del baño de mujeres”, así me lo dijo un trabajador del Museo de San Carlos.

Ahí hay un ambiente familiar: Viejas mesas con negativos y pruebas de contacto, alacenas que guardan productos químicos, papel, cartón, materiales de laboratorio. Todo es rústico y sencillo, son objetos felices a fuerza de uso: ahí estuvieron Flor Garduño, Elsa Chabaud y otros fotógrafos que hoy destacan en la fotografía mexicana.

“Mira”, dice, “ellos son Carlos Rey, Estanislao Ortiz y Víctor Monroy; están conmigo desde hace 14 años, ahora son mis asistentes porque yo ya no puedo hacer tantas cosas. Aquí estoy desde 1973, y este es mi programa”.

En su programa dice:

“Las enseñanzas de la fotografía en sus variadas posibilidades permite mostrar, liberar y desarrollar la propia sensibilidad para realizarse en imágenes plásticas. Con este programa de sistematización de la enseñanza por objetivos se logra dar los conocimientos técnicos necesarios; estos servirán al alumno de apoyo en su desarrollo profesional. La cámara no es un obstáculo, es uno mismo”.

En el programa los objetivos terminales que se plantean son cuatro:

  • 1. Manejar una cámara fotográfica.
  • 2. Resolver los problemas más comunes iluminación, filtros, luz artificial.
  • 3. Revelar y juzgar negativos en blanco y negro.
  • 4. Amplificar procesar y juzgar una impresión fotográfica en el papel.

Tomando en cuenta el excelente manejo de símbolos que caracteriza buena parte de la obra de Horna (objetos fetiches) y de quiénes han sido sus alumnas Chabaud, Garduño… Es asombroso que no se incluyan, como esperábamos, lecturas de semiótica y psicoanálisis.

“El proceso de sensibilización es individual”, dice, “aquí yo no les impongo estilos, por eso en el programa se maneja solo la cuestión técnica… Aquí conversamos y ayudamos para que cada uno se encuentre asimismo. Tampoco creemos en las ‘grandes figuras'”… Señala Kathy, al tiempo que nos dirigimos al salón de clases que está enfrente de laboratorio, cruzando un breve pasillo.

Su modestia que le impida acaparar la atención me recuerda a la psicoanalista Mary Langer: “ahí están ellos preguntanles, ellos te pueden decir muchas cosas”.

Cuando la miro sentada en ese amplio salón de altas paredes, entre estatuas y figuras de yeso, ampliadoras, viejas lámparas, mesas que más bien parecen de carpintero y muchas fotos de cúpulas y construcciones viejas secándose, me da la impresión de que quiénes la rodeamos somos sus nietos, y ella, al tiempo que prende un cigarro sin filtro, está presta a contarnos alguna regocijante historia.

Fotógrafa húngara-mexicana Katy Horna en su taller de fotografía de la Academia de San Carlos en la Ciudad de Meexico (1989). Foto: José FUENTES-SALINAS.

Pero, por insistencia de ella el diálogo se inicia con sus asistentes y ellas solo de vez en cuando puntualiza cosas. Sus asistentes son tres y sus alumnos 18.

—¿Que es una buena fotografía? le pregunto.

Kathy Horna responde: “lo que te deja un recuerdo… La que te deja fragmentos inolvidables que se confunden con tus cosas internas… Aunque no hay que confundir la fotografía artística que tiene valores universales con la foto de actualidad que tiene otros valores ideológicos propios de países y culturas”.

Sergio Rey comenta: “es aquella que logra ser eficaz en transmitir lo que quiere el fotógrafo”.

Y en el taller, según señalan los muchachos de Kathy, hay libertad de manipular la imagen en el laboratorio a fin de crear el sentido estético. En ese sentido no son puristas.

En un diálogo que arriesga varios decires, y en cuanto al intercambio con la comunidad artística de la academia de San Carlos, señalan que este diálogo “no es sistemático, con pintores escultores… Pero sí, a nivel individual se expresan afinidades y espontáneamente se crean grupos y parejas, que comentan las realizaciones de cada uno”.

“¿Qué por qué fotografiamos?, bueno”, señala Víctor Monroy, “porque es la forma más eficaz que tenemos para comunicarnos con el mundo. Antes teníamos una concepción errónea porque pensábamos en la fotografía como un medio de enriquecer otro arte.(Víctor, Sergio y Estanislao son pintor, diseñador gráfico y comunicólogo, respectivamente), pero nos dimos cuenta en el taller que la fotografía tiene su propia sintaxis”.

Y al referirse a una sintaxis, se remite a los principios estéticos incorporados en el taller de Katy:

1. Debe haber un diálogo con lo que vas a fotografiar, y 2. Hay que aprender a componer a través del visor, esto no significa solamente encuadrar”.

Kathy Horna interviene: “mira, yo creo que temáticamente no hay nada nuevo, depende de cómo el individuo componga los elementos… Ahora, cuando ustedes hablan de lo artístico, yo eliminaría la palabra artística; yo llevo 56 años haciendo fotos y nunca me ha gustado que me pongan esa etiqueta. Algunas veces viene gente de otros países y me llena de halagos, pero a mí eso no me gusta, yo siempre me he autonombrado como una artesana de la fotografía. El año pasado (1988) me publicaron algunas cosas en Suiza, (Mujer y Surrealismo), y escribieron algo que me gustó mucho y sirve para contestar a todas las teorías: fuera del amor no hay solución”.

Y al referirse a las competencias obsesivas, recalca: “tú quieres ser el mejor, pero siempre habrá alguien más que te supere”.

Víctor móvil Monroy: “uno invierte dinero en la fotografía porque te enamora esta forma de expresarse”.

Kathy Horna: “sí, en momentos robados a otro oficio”.

Y, al parecer, Kathy Horna no habla de sí misma ni deja que los otros lo hagan.

Sergio comenta: “una vez hablé sobre Kathy y ella se enojó conmigo… Cuando habla sobre fotografía no habla sobre fotografía, habla de otras cosas que, indirectamente, dicen lo que ella piensa: nunca es capaz de decirle a alguien que su foto no sirve, te dice otra cosa para que te enteres de su opinión”.

Con respecto a los criterios que prevalecen en la fotografía actual, continúa Carlos Rey, “esto se dan en grupúsculos, dentro de los cuales se presenta una convalidación recíproca pero, en general, en México, no hay un criterio común hay dispersión”.

A estas alturas, el taller con sus grandes muros y sencillo mobiliario, da cobertura una interesante conversación que se dosifica en los interlocutores:.

Víctor Monroy: “actualmente le damos un gran importancia al trabajo que tiene que ver con la política”.

Estanislao: “y eso llega al poder”.

Arturo Rosas (quien se integra al diálogo): “creo que siguen la corriente de la democratización”.

Kathy Horna: ¿donde la vez?….

Arturo Rosas: “lo que quiero decir es que no la hay, pero se busca”.

Carlos Rey: “lo que sucede es que hoy existe un una gran facilidad para hacer panfletos”.

Víctor Monroy: “y, en las bienales no se deslinda lo estético”.

Cuando se tocan puntos controversiales, como lo tocante a las funciones documentales y estéticas del discurso fotográfico, se tiende a adoptar un criterio pragmático.

Arturo Rosa señala que la “diferencia entre estos dos valores lo da el tiempo”.

Luego Kathy, tras ponderar la obra de Rotulado García, dice: “no habrá alguien como él, dice que muchas veces lo que influye es la especulación comercial, pero cuando se toca lo insólito es cuando adquiere un valor estético”.

¿EL SALON DE ‘CLASES’?

La fotógrafa Katy Horna en el taller de fotografía de la Academia de San Carlos. Foto: José FUENTES-SALINAS. 1989.

En repetidas ocasiones se ha dicho que las grandes deficiencias en el quehacer fotográfico en México están relacionadas con la carencia de infraestructura educativa que permita preparar buenos fotógrafos, este problema también se discute en el taller de la abuela Kathy.

Víctor Monroy: “pues yo lo veo muy mal. Mira, por ejemplo en la ENEP (Escuela Nacional de Estudios Profesionales) demandan y demandan gente para el trabajo utilitario, pero resulta que no hay ni siquiera los recursos básicos: no hay nada, y con esto solo se puede enseñar teoría, porque no tienen un lugar donde trabajar”.

Carlos Rey: “no podemos pasar todo el tiempo hablando de imágenes. Las imágenes se ven. Hay muchas cosas que no están bien. En la casa de la Casa de la Cultura de Mixcoac llegamos a utilizar cortinas como equipo, además no hay enseñanza superior en la fotografía, excepto en la iberoamericana, y los productos químicos los venimos a conocer en México hasta después de 10 años que se han estrenado en otros lugares”.

En ese sentido, ¿cuál podría ser la importancia del taller de San Carlos?.

Kathy Horna: “una muchacha vino diciendo: venimos aquí porque tu sensibilizas a la gente. Pero quizá lo que encuentran aquí es, más que un estilo un método diferente para auto realizarse como fotógrafos”.

Estanislao Ortiz: “yo no creo que aquí haya sido una gran fábrica, pero quien ha pasado por aquí sabe lo que es el lenguaje fotográfico, en el que la fotografía no es solo el disparo, sino, además, todo el proceso creativo que viene después”.

Para finalizar, el grupo de San Carlos se refiere a su forma de ver el futuro de la fotografía en México:

Víctor Monroy: “es importante que se hable más de la Fotografía y se den más espacios en los diarios”.

Kathy Horna: “creo que se están dando soluciones individuales que se juntan y juntan y da más producción”.

Carlos Rey: “ahora las galerías exponen fotografía, creo que eso es muy bueno”.

Kathy Horna: “Sin embargo hay más interés pero no hay más criterios”.

 

-José FUENTES-SALINAS, Ciudad de México, Martes, 30 de Mayo. 1989. El Universal.