Crónicas desde lejos: “El cuñado”

Oye cuate, cómo que así… ¿Cómo que ya colgaste los Conversen?

Un sketch.

Bertha llega a visitar a su hermana Martha, y alrededor de la mesa del comedor están sobrinos y familia.

Dicharachera y directa, Bertha le da carriilla al Fer, y él se la devuelve.

— Mira, tu, en lugar de andarte gastando el dinero de tu marido en chácharas, deberías atenderlo mejor.

— Ay, tu cállate, que tu no me los das, y tu le deberías ayudar a tu esposa…

Quienes observan, saben que ese no es un pleito, que es como un juego de dimes y diretes matizados con carcajadas, y con una discreta intervención de Martha que mientras pone platos sobre la mesa dice: “ayyyy… Fernanditoooo”.

Libro con dedicatoria. JFS

1970’s

El cuñado empezó a congraciarse con los cuñados adolescentes hace varios años, cuando decidió ser el padrino del equipo de futbol “Marte” y les regaló un balón. Era un equipo formado por Mario (portero), José (defensa), Miguel Huante, Pochis, El Nene, Carlos Rendón, La Burra… El Marte nunca fue muy bueno, pero tenían un buen balón profesional de cuero, y de  pentágonos verdes y blancos, que pesaba una barbaridad. Frecuentemente perdían por golizas a pesar de las atajadas de Mario. El Marte casi siempre andaban abajo en la tabla de clasificación, cerca del Apolo 12.

Otro detalle del cuñado fue que cuando Zacapu tenía dos superequipos de futbol, Sindicato Celanese y la Selección Zacapu, les dio un pase a los chamacos para que fueran a ver los partidos a las canchas de Celanese. Fue así como los cuñados adolescentes se escapaban del tedio dominical, yéndose a los juegos cercanos a La Bomba. Los juegos de la Zona Centro eran encontronazos con jugadores como el Chelis, los hermanos Amaro, Fidel y el guero La Araña Negra.

—¿Cómo estuvo el juego? —preguntaba el Fer, si de casualidad ya había regresado del Cine con Martha, el domingo, y ya estaban a la entrada del Zaguán de la casa de Obregón platicando

—Bien. Un partidazo —decían- hasta hubo banda.

Oficios varios

Entre los concuños, el Guero y Tony eran carrilludos. Se decían de todo, al Fer siempre se lo cabuleaban por su calvicie, al grado de compararlo con un ex-presidente de México. Pero él, por varios años sobrellevó esta condición en su peluquería, acaso dándoles descuentos a quienes ya eran candidatos a la calvicie.

También fue obrero de La Viscosa, donde también había trabajado su madre, y con frecuencia discutía si la tecnología alemana de las ‘espreas’ era superior a la norteamericana y a la japonesa.

Tenía aspiraciones. Una la de ser buen matemático con cursos por correo, y la de tocar la guitarra como Los Diamantes. Tomaba cursos por correspondencia de Algebra y se iba a su escritorio a resolver teoremas y ejercicios.

Por temporadas, también, invitaba a otro obrero de Celanese que había sido músico, a que le enseñara el Circulo de Do.

Al Fer también le gustaba el buen café (no como “agua de calcetín”, diría) y la ropa y zapatos de marca, los zapatos Conversen, y las cachuchas de lana que lo hacían ver como Rolando La Serie.

Me parece que una de sus hijas heredó el estilo dicharachero y confrontativo, y otra el gusto por la ropa de marca, no sé, acaso la otra disfruta de los buenos cafés.

Bueno. Cuate. Ahorita que te están velando, con un cafecito recién molido brindo por tu buen descanso, y, mientras, reviso este libro del marxismo que me heredaste la última vez que nos vimos, y que sabías que lo había leído desde chavalillo, en tu pequeño estudio.

Suertudo. Tuviste cuatro mujersotas que te cuidaron hasta el final.

 

CRONICAS DE FUTBOL: Una para Pablo Bussato

Long Beach, California, 1995

EN EL EXTREMO derecho estoy yo, con ese pantalón de pechera de mezclilla que aún conservo. En el extremo izquierdo está Pablo Bussato. En el centro está mi hijo Marlon y el sobrino de Pablo, Santiago “Santi”. Un mexicano y un argentino nos dedicábamos a entrenar a un grupo de chamacos todos los jueves por la tarde en el Parque El Dorado.

En la Liga AYSO, donde “todos juegan” eso significaba que nosotros mismos nos mezclábamos con los chamacos del equipo “Blue Flames” para patear unos balones.

“Ustedes los latinos tienen el futbol en la sangre”, me decía una vez el padre de uno de ellos, quien nos había regalado el banderín.

“La verdad es que también los ingleses, y los europeos”, le dije.

El equipo infantil de futbol en Long Beach, California, “Blue Flames”. Cortesía.

Tanto Pablo como yo, sabíamos que el juego era eso: un juego. Pero en el proceso sabíamos que esa era una forma de acercar familias de diferente origen social para que aprendieran a interactuar en equipo.

Ahí estaba, por ejemplo, el hijo de un militar jamaiquino-americano casado con una mujer japonesa, el chamaco de una mexicana casada con un norteamericano que vivía con su abuelo, el hijo de una familia que tenían varias franquicias de Pollo Loco…

 

El Guachito y Santi representaban la tradición mexicano-argentina. Ellos eran como dos chapulines que buscaban con insistencia y picardía el balón. Otros, eran excelentes defensas… Pero, al final, sabíamos que no competíamos tanto por los trofeos, sino por el gusto de patear el balón.

Luego de trabajar en el Centro de Los Angeles, y agarrar el Metro hasta la estación Willow, llegar a las cinco de la tarde al Parque El Dorado era el premio a mis trabajos en la redacción de La Opinión. Pablo, me parece que era biólogo, y trabajaba en el Condado de Los Angeles. El ya murió de cáncer, según supe, pero con frecuencia me acuerdo de él cuando voy a El Dorado.

Las rutinas eran estas: ejercicios de calentamiento, patear balones y organizar la “cascarita”. Con Pablo comentábamos que uno de los problemas de algunos chamacos es que no veían futbol en la televisión, y acaso eso no les permitía tener un sentido de la dinámica del juego.

Con todo eso, los padres se organizaban para llevar las aguas y los “snacks” para los juegos del sábado, y eso les servía para socializar entre familias que de otra forma nunca se hubieran encontrado.

Arbol de el Parque El Dorado, muy cerca de donde alguna vez entrenamos a los Blue Flames. Foto: Josee FUENTES-SALINAS.

  • José FUENTES-SALINAS, 10282018.

 

Guia NO oficial de la hispanidad en el Sur de California

Del 15 de Septiembre al 15 de Octubre se celebra el “Mes de la Herencia Hispana” en los Estados Unidos.
Tantos nombres de calles y de ciudades hispanas serían suficientes para que los hispanos y No
hispanos celebraran el mes.
Lo que ocurre es algo diferente.
En la ciudad con el nombre hispano más largo del mundo, el mes de la herencia hispana se vive como un gracioso reconocimiento al “mercado hispano”.
En la ciudad “Nuestra Señora Reina de Los Angeles del Río de la Porcíuncula”, abreviada como “L.A.”,
en el intermedio de un partido de futbol, una marca de salsas hace un juego de gatos en el campo arrojando enormes sombreros como si fueran las piezas del tic-tac.
Los supermercados publican ofertas con “flyers” donde aparecen maracas, flores y sombreros.
El criterio del mercado vende la idea de que la hispanidad es colores rimbombantes, tequila, tacos y mariachis.
El discurso dominante, desde el inicio de Hollywood hasta nuestros días, reduce a una de sus partes la cultura de los “otros”. Esta suele ser la parte más vendible, más manejable.
Rascándole a la costra de los estereotipos, otra imagen aflora.
TAXONOMIA DE LOS ESTEREOTIPOS
LOS SOMBREROS.- El modelo de sombrero de enorme ala fue popular entre los campesinos mexicanos de hace un siglo. También lo usó el General Emiliano Zapata. Las largas jornadas “de sol a sol” de los campesinos en el porfiriato los justificaba. Pero otro caudillo mexicano, Pancho Villa, el Centauro del Norte, usaba un sombrero de cazador como los que los norteamericanos usaban en los safaris en Africa. Pero el sombrero más popular entre los mexicanos de ahora se debe a las películas norteamericanas de cowboys. Casi todos los artistas de música regional mexicana usan sombreros de vaqueros Stetson.
EL TEQUILA.- Emborracharse con tequila es casi tan estereotípico como ponerse a dormir la siesta bajo un cactus a la sombra de un sombrero. En el Siglo XXI, las canciones de la música regional mexicana le apuestan más al whisky escocés y a la cerveza, que fue implantada en México por los cerveceros austriacos.
EL REBOSO.- Las palabras “camisa” y “pantalón” son tan árabes como el reboso. Cuatro siglos de dominación árabe en España, explican por qué los más mexicanos o hispanos de los mexicanos son también un poco árabes.
“SEX, SOCCER AND SOAP OPERAS”.- Cuando se analiza el tráfico en la Internet, las categorías que más aparecen son sexo, telenovelas y futbol. El sexo en su expresión comercial, la pornografía, es un producto muy norteamericano y francés. De las famosas tarjetas postales francesas del Siglo XIX y XX, los norteamericanos las llevaron al video porno. El Valle de San Fernando, en Los Angeles, es la capital mundial de la pornografía. El soccer, como se sabe, fue un producto inglés que se enriqueció en Sudamérica. Las telenovelas es una adaptación mexicana y colombiana principalmente de las teleseries norteamericanas. Lo curioso es que el basquetbol, algo que refleja más que muchos otros deportes el atletismo norteamericano, según el “Libro de los Orígenes” de Panatti, tuvo su origen en el Ollamalitzli prehispánico. En una excavación en Chiapas, México, donde se iba a contruír una cancha de basquetbol en una escuela secundaria se encontró las ruinas de una cancha de juego de pelota prehispánico.

(CONTINUARA)

-JOSE FUENTES-SALINAS, tallerjfs@gmail.com

Los deportistas II

Era un juego amistoso entre el Milán y Pro Patia. Un juego donde no se gana nada al ganar, excepto regalar un momento de entretenimiento a la afición.

El delantero del Milán nacido en Alemania, pero de origen ghanés Kevin-Prince Boateng parecía bailar con el balón hasta que unos gritos de la tribuna lo pararon en seco.

Recogió la bola y se las lanzó.

Empezó a quitarse la camiseta y a salir de la cancha.

Estaba dispuesto a entretener a la audiencia, pero el tiempo en que esta lo hacía humillando a los esclavos había pasado hace muchos años.

Su equipo entendió su gesto y abandonaron el juego.

“Es algo intolerable, era sólo un amistoso. No podíamos haber seguido, teníamos que dar ejemplo”, dijo el capitán del equipo Massimo Ambrosini.

Queriendo explicar las cosas, Gigi Farioli, alcalde de la localidad lombarda de Busto Arsizio, donde reside el equipo contrario, se convirtió en cómplice de los racistas:  “Ha lanzado un balón a 200 km/h contra un aficionado”, reclamaba el alcalde.

-Con datos de AFP, 3 de enero, 2013