Por siglos, venidos de quién sabe donde, los Chumash habitaban Cambria, antes de que Peter Forrester la rebautizarla en 1866 como un condado de Pennsylvania.
En 1769, Gaspar de Portolá tomó posesión en nombre del rey de España y dió esas tierras a los misioneros de San Miguel.
Cuando los mexicanos se deshicieron del rey y de la Madre Patria, les dieron la tierra a los rancheros, como a Don Juliano Estrada en 1841.
México perdió una guerra y también California, y los negociantes y los abogados, como el Senador George Hearst y el abogado Domingo Pujol, hicieron nuevas escrituras.
Por pura casualidad, en Cambria se encontró plata, madera, ballenas… tierra agrícola.
Y entre portugueses, suizos, canadienses, todo ese bosque costero se puso al feliz juego de la especulación.
Para cuando en 1920, el inventor del “periodismo amarillo”, William Randolph Hearst empezó a construir su castillo, con cebras, osos polares, jirafas… y techos y arte traído de los monasterios y palacios europeos, Cambria era ya solo un destino turístico, 240 millas al Sur de San Francisco, 240 millas al Norte de Los Angeles, con buena comida y buen vino.
FOTO Y TEXTO: José Fuentes-Salinas, Cambria, Ca., Jun., 10, 2017