La vieja y nueva tecnología del sonido: ¿qué hacer con un iPod?

El letrero en la pantalla dice: “batería descargada, conéctelo al alimentador”. La realidad es que el iPod ya tiene un buen rato conectado a ese alimentador y a esas bocinas. Parece como si tuviera parálisis cerebral, como si la mielina de las conexiones neuronales estuvieran desgastadas, y la orden del cerebro a las bocinas no llegara.

Y el problema es que ahí están mis cuatro mil canciones y piezas musicales preferidas.

Mientras, en el viejo estéreo que tengo desde hace 25 años escucho con una gran calidad de sonido la estación de radio de música clásica KUSC Radio Universidad. Ustedes se han de preguntar por qué insisto en hacer funcionar ese iPod, y he de decirles que tengo mis razones. En primer lugar, estas grabaciones me han costado mucho tiempo. Muchas vueltas a las bibliotecas, mucho tiempo de seleccionar música para que esté justo a la medida de mi ocio. Incluso, buenos amigos y parientes me han facilitado su música para grabarla. Sin ir muy lejos, mi cuñado Tony Vega me prestó alguna vez su colección de Javier Solís y Fernando Fernández para grabarla. Tenía la idea, con ese aparato, de que en algún momento sería lo único que necesitaría para amenizar cualquier reunión. La música está ahí. Las reuniones han faltado.

¡Ah!… cómo me acuerdo cuando la música, por muy escasa que fuera, tenía un momento muy especial para escucharse. Paula, por ejemplo, compraba sus discos de Los Babys o de Fausto Papetti para escucharlos con sus amigas. Kiko, el Guero y Tony se juntaban para escuchar la música de Los Tecolines “con el requinto de oro de Sergio Flores”.

El iPod se da cuenta de que estoy hablando mal de él. De repente, empieza a funcionar y toca la música de los Erandi. Entiendo que se ha empezado a cargar la batería, pero es una batería que se carga y descarga con demasiada facilidad, así como muchas personas a quienes les llega el momento en que se animan y se desaniman con mucha facilidad.

Apago el viejo radio. Cambio de canciones. Como les había dicho la otra vez, este viejo aparato se volvió muy desordenado y elige al azar distintos géneros. Pasa del Jazz a la Norteña, y de una pirecua a un concierto sinfónico.

También, requiere de más tiempo y más paciencia para cargar la batería, así como habrá mañana muchísimos votantes que no entenderán cómo un fantoche millonario engañó a las partes más rurales, más atrasadas del electorado.

Discos Long Play, acetatos que se convertían en pretextos para reuniones para escuchar música. Ahora, suelen encontrarse en los mercados de cosas usadas. Como en este Swap Meet de Carson. Foto: José Fuentes-Salinas.

Discos Long Play, acetatos que se convertían en pretextos para reuniones para escuchar música. Ahora, suelen encontrarse en los mercados de cosas usadas. Como en este Swap Meet de Carson. Foto: José Fuentes-Salinas.