Había pasado un siglo de inmigración.
Los presidentes seguían haciendo sesudas investigaciones para que los mexicanos no se fuera a dejar lo mejor de sus vidas a las fábricas y campos de California.
Por eso en el Siglo XXI la nostalgia seguía siendo un buen negocio.
La idea de recuperar simbólicamente el pasado puso de moda las películas mexicanas en la televisión en español de Los Angeles con su caudal de publicidad, así como puso de moda la abundancia de mariachis en todo el Sur de California.
Impedidos para regresar con la frecuencia que quisieran a sus países de origen, inmigrantes mexicanos compran cualquier cosa para recuperar su pasado: cortinas de popotillo de Frida Khalo hechas en Taiwán, vírgenes de Guadalupe hechas en China, gorras beisboleras con refranes latinos hechas en Corea…
La nostalgia de los inmigrantes es tan buen negocio que sin saber español, Ted Holocomb hace festivales de la Independencia Mexicana en varias ciudades del Sur de California.
En el negocio de la nostalgia, todo se vende:
-El francés Charles Bonaparte vende comida mexicana en los 7 restaurantes de “El Gallo Giro”
-Los judíos Israel Jerry y Ron Azkarman amueblan casas de los latinos con sus tiendas “La Curacao” que llevan el mensaje “un poco de tu país”.
-El cubano Gilberto Cárdenas vende los quesos cacique que utilizan a un charro mexicano como símbolo.
-Coreanos y libaneses venden los sombreros y botas de los vaqueros mexicanos en Huntington Park. La zapatería “Tres Hermanos” es propiedad de libaneses.
-El coreano-americano Donald Chae hizo un gran centro comercia en Lynwood llamado La Plaza México que reproduce varios edificios de las ciudades mexicanas.
Alejados de los clichés del “Only English”, los comerciantes no discriminan a quienes tienen capacidad de compra y de trabajo… Aunque no les den licencias de manejo.
José Fuentes-Salinas/ tallerjfs@gmail.com
-Con datos de L.A. Times, 5, dec., 2004.