El agradecimiento

Su amigo profesor, Henrique González Casanova, había muerto el día anterior.

Como otro corazón y otro cerebro que funcionan al mismo ritmo, el filósofo y escritor de La Jornada Horacio Labastida hizo una nota exaltando la obra de su amigo.

Habló de la inmortalidad de su pensamiento para hacer un México más justo.

Cuando la nota salió publicada, su autor, Horacio ya había muerto.

Los amigos filósofos se fueron juntos en el mismo avión.

El que se fué al último cerró la puerta, dicen, de una generación de pensadores.

-Datos de La Jornada, 23, dec., 2004

Contrafobias

Armando Bautista le platicó a la periodista Karina Avilés:

“A Guillermo le pegaron y como estaba enfermo del corazón, se murió; al chainas lo aventaron por la vía del tren; el Garrochitas y Tony murieron en su casa porque los agarró dormidos el terremoto; a Carlos le pegaron de tabicazos; otro niño murió en el basurero; el Chagüi se murió de Sida, que descanse en paz”.

Por eso, los niños de la calle, que lo mismo viven debajo de un puente que en los cascajos de un bar de la Ciudad de México, hicieron su propio altar de muertos con mandarinas, peras, una papaya, calabazas, dos botellas vacías de alcohol… y un camino de aserrín para que bajen y caminen los angelitos de la banda sobre un terreno menos sucio.

 

-JFS.Nov.1.1997.La Jornada.