Los escritores: Rudolfo Anaya, New México

Dejó por un fin de semana su casa de adobe, hecha por él mismo en Alburquerque. Tiene una esposa, dos hijas y una nieta que cuando no escucha cuentos leídos, los escucha inventados por su abuelo.

Rudolfo Anaya dice que a veces los cuentos para su nieta le gustan tanto a él mismo que, con sus 60 años, se mete a su estudio, donde con el apoyo del Santo Niño de Atocha los escribe en su computadora.

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Como Vivaldi, está haciendo cuatro obras que llevan los nombres de “Las Cuatro Estaciones”.

Primavera fue la novela “Alburquerque”; Verano, “Zia”; Otoño, “Río Grande” e Invierno, que espera bautizarla antes que la cabeza le quede complétamente nevada, aún no tiene nombre.

Lo que si sabe es que el detective Sony Vaca, que se ha paseado por varias novelas, por fin descubrirá qué es lo bueno y lo malo, qué es él.

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Aunque quisiera que en Los Angeles los lectores se fijaran en su última novela de detectives y crímenes “Río Grande”, la incandecencia de su primera gran obra le sigue robando perfil a las demás. Todos le siguen preguntando por la curandera Ultima y si él mismo fue “Tony”, el alumno de Ultima.

La última lectora en preguntarle por su primer novela es una niña de unos 13 años en el auditorio de la Lakewood High School.

Ella le hace la gran pregunta que a estudiantes universitarios les ha servido para escribir sus tesis de grado: ¿cómo escribió “Bless Me Ultima”, qué le inspiró?

El escritor le contesta con una risa y unas cuantas palabras amables de un abuelo feliz.

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Rudolfo cuenta que fue un accidente, que lo dejó imposibilitado durante un verano para moverse, lo que lo empujó a querer ser escritor. -Con la imaginación todos nos podemos mover.

La tragedia de juventud la expresó en su novela más querida “La Tortuga”.

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Tomándose un café capuccino en la bodega de la librería “Cultura Latina” de Long Beach, dice que ya no necesita tragedias para inspirarse, y, como Walt Whitman, sale todos los días a ver qué yerbas recoge, qué gentes y lugares. Es un tipo que vive una vida   elemental: lava trastos, arregla el auto, monta su yegua “Estela”, corta manzanas y, antes de salir a la universidad, donde ha estado enseñando por 19 años, le pregunta a su esposa si no necesita que le haga mandados.

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Cuano era joven escibía cuatro horas diarias, ahora, a lo mucho son dos. Pero, eso sí, aunque le queda menos tiempo, medita y lee mucho. Es como ha llegado a apreciar el valor de sus personajes, sus amistades, “porque son muy celosos y cuando no los atiendes se van con otro escritor” dice.

Cuando empezó a escribir su novela policiaca, cuenta que se le apareció Sony Vaca y le dijo: “¿por qué no haces mi historia?”.

“Yo le dije que no sabía escribir novelas policiacas, y él me contestó: ‘es muy sencillo: nomás matas a alguien en el primer capítulo y lo demás (yo te lo platico) es fácil'”.

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La develación de la novela:

Sabiéndose en una sociedad donde los individuos se dividen por marcas, colores, orígenes nacionales, leyes terrenales y la cantidad de cosas que acumulan, “El Escritor” dice que su novela “Jalamanta” (jala la manta) es donde expresa mejor su pensamiento de la vida: Jalamanta es una vieja sabia que jala los mantos que van ocultando lo que verdaderamente es el ser humano, un individuo que llora, ríe, piensa y escribe su propia novela.

* Texto escrito el 18 de noviembre de 1996. “Bless Me Ultima” es ahora una película estrenada en febrero del 2013. -José Fuentes-Salinas, tallerjfs@gmail.com