Quinceañeras en Los Angeles: Krizia

Cumplir 15 años fue vestirse de rosa y bailar un vals en salón de su escuela San Gregorio.

En medio de retratos de monseñores, obispos y el mismo papa, Krizia jugó a tatuar el hielo seco que se extendía entre luces relampagueantes.

Bailó la Cumbia Sampuesana, la Cumbia Cieneguera, Merengue, salsa y Hip-Hop.

En medio de globos rosas y blancos, con amigos que conocían el buen amor de sus padres, la quinceañera dijo adiós a sus fantasías infantiles para integrarse al mundo de los horarios y los exámenes donde se juega el futuro.

Krizia es hija única. Zinia, su madre, es hija única. Saul, su padre, es hijo único. Pero ese día, la familia salvadoreña-americana eran todos los invitados.

Fue el 20 de marzo, cuando Krizia Stephanie Valle llegó a la conclusión de que el único trabajo que tienen una quinceañera es ser disciplinada en el estudio y alegre y cordial con toda esa gente que la quiere.

Ya ha hecho mucho: ha leído libros de grueso calibre y coleccionado “A”, como se coleccionan trofeos de Tae Kwan Do y Waterpolo.

Krizia ya ha pasado las primeras pruebas que le da la vida: ha tenido la paciencia para entender el Binomio de Newton y los misterios de las células. También ha sabido entender a su abuelita, que nunca está quieta, limpiando aquí y allá, como si fuera una cipota.

También ha entendido lo bueno que es ir a Yosemite, donde la disciplina y los horarios se olvidan, donde el Día del Trabajo no se trabaja, y todo es un juego para zambullirse en el río de Wawoona.

Es probable también que en algunos años más Krizia se enamore, y pueda entender lo que es saber esperar, así como sus padres lo hicieron.

Saul y Zinia son un historia de amor. Oriundos del puerto de La Unión, ellos tuvieron que alejarse por un tiempo. El a Querétaro, ella, a California. Con cartas eventuales se decían “espera”.

Finalmente, en un mágico día, en Los Angeles, se dio el feliz reencuentro. Pero ella lo vió tan flaco, que en lugar de gastarse su dinero del lunch en la escuela, lo guardaba para comprarle pollo a su Saulito.

Pero a Krizia, ahora lo único que le preocupa es saber cómo habrá de prepararse para la universidad, y qué tendrá que hacer para que el tiempo le alcance, como le alcanzó a sus padres el día de su cumpleaños para poner todo en orden para el desorden organizado.

A Krizia le ha quedado para siempre esa fiesta en que una muñequita de cristal se encendía sobre las mesas con colores azul, amarillo y rojo. También le ha quedado en su mente, las palabras del padre de la Iglesia de San Gregorio: aprende a tomar buenas decisiones y con eso tendrás contentos a tus padres, los de aquí, y el de allá.

COVID-19: De cómo el coronavirus cambió los hábitos de las personas

Harás que la comida te rinda más, no es tiempo de desperdicios, uno no sabe si se volverá a escasear como el papel sanitario y las botellas de agua; te lavarás las manos con frecuencia, si eso no lo entendiste en la escuela, es bueno que lo entiendas hoy; usarás el gel desinfectante que mata el 99 % de las bacterias; no me preguntes cuál microbio es el 1 %, sería terrible que fuera el coronavirus; no te tocarás la cara ni la nariz, por si acaso no te hubieras lavado bien las manos; te mantendrás alejado de las personas, principalmente si les gusta reír a carcajadas o cantar con voz estruendosa, acuérdate que en el coro de una iglesia casi todo se contagiaron; si vas a misa no tocarás a los santos ni el agua bendita, tú sabes, dios perdona pero el virus no; cuando vayas al supermercado procura ir temprano cuando no haya mucha gente, y usa tapabocas porque si no no te dejarán entrar; los tapabocas de tela pueden ser bonitos y con la marca de tus equipos favoritos, pero es mal gusto usar un tapabocas con calaveras, porque muchos se asustan; los mejores tapabocas son los que tienen un resorte alrededor del cuello y se bajan y se suben como los calzones, cuando no los necesitas; olvídate de todos los conciertos del año, no hay forma de estar seguro entre tanta gente gritando, no te parece curioso que cuando podías ir te la pasabas grabando el vídeo, y ahora que no puedes te aburren los vídeos?; no te creas de quién es dicen que es cuestión de unos meses, que esto pasará rápido, esto es un maratón, no una carrera de relevos; si no sabes usar esas pantallitas de tu teléfono celular para verte con tus amigos, es tiempo que lo aprendas, va a ser la única forma en que los puedas ver por mucho tiempo; no uses el mugroso dinero, quién sabe cuántas personas lo han tocado?; paga con tarjeta de plástico y piensa en comprar solo lo que necesitas, nadie sabe cómo va a estar la economía mientras haya contagios; la próxima vez que votes fíjate por quién votas, este presidente ya sabía lo que se venía pero no lo dijo para no asustar a los consumidores y a las empresas; aprende hacer algo en tu casa con tus manos para que no te aburras, es tiempo de aprender más recetas y coser ollas de frijoles; sal a caminar y andar en bicicleta pero llévate el tapabocas por si alguien se te acerca; aléjate de los imbéciles que se creen inmunes al virus; hay muchas cosas que ya disfrutabas en hacerlas en solitario, porque a nadie más le gustaban, sigue haciéndolas; cuenta tus años y revisa las estadísticas de mortalidad por el coronavirus, ya calificas?; cómprate un lente de 360° para ver a las personas a tu alrededor y ver a quien te motiva más hacer lo correcto, mira como tu vecino el viudo no la pasa tan mal entre la playa y su casa distanciándose de las infecciones; cose un mantel, sírvete un café, escarba la tierra del jardín, cortar ramas, riega plantas, invierten en lo que quieras ver todos los días, y lo que quieres tener a tu alcance; mide tus fuerzas y tu paciencia, las vas a necesitar a largo plazo; protégete a ti mismo y a las personas esenciales que siempre hacen falta, las que cultivan, las que despachan comida, las que limpian, las que curan; protégelas del mal, cúbrete la chingada boca cuando te atiendan; medita, más, camina más, se más creativo, la soledad puede ser útil; piensa en lo que tienes, pero mejor en lo que eres y nadie te quita aunque te quedes sin empleo; aprende nuevos trucos para poner comida sobre la mesa; no te metas en más problemas, con los que tienes son suficientes… Respira profundo y sigue caminando y meando para no hacer hoyo.

Amanecer entre la Avenida Anaheim y Ximeno, de Long Beach, California. 07.04.2020. Foto: José Fuentes-Salinas, Instagram; taller_jfs

—José Fuentes-Salinas, Long Beach, California, 4 de Julio, 2020

Instagram: taller_jfs

PSICOLOGIA RECREATIVA: ¿Para qué sirven los “recuerditos”?

Por José Fuentes-Salinas

Leo en el Daily News sobre el nombramiento de un extenso parque en Porter Ranch, donde una tribu indígena local ha propuesto nombrar el sitio para honrar lo que sus líderes dicen que es su tierra ancestral.

En una carta enviada al Departamento de Parques y Recreación de Los Ángeles, un líder de la Banda de Indios de la Misión Fernandeño Tataviam escribió que el parque de 50 acres se encuentra en el territorio tradicional de la tribu, el antiguo pueblo de Sesevenga. La tribu está pidiendo a los funcionarios que nombren el sitio Sesevenga Community Park.

Me gustaría pensar que el nombramiento de un parque serviría para recordar a los habitantes originales. Y, sin duda, es justo lo que piden, pero no es suficiente. Hacen falta museos… y desafortunadamente para llenar esos museos se necesitan artefactos que acaso ya no existen.

ES AQUI, donde me pongo a pensar en el valor de los “recuerditos”, esos objetos que uno tiene en la casa y que tan solo al verlos desatan memorias de sus orígenes.

MIENTRAS escribo esto en mi estudio alcanzo a ver una salsera de porcelana que alguna vez usó mi madre cuando llegaban invitados especiales como Don Vicente Granados, ese chef inmigrante que se fue de Michoacán a Filadelfia y que nos visitaba cada año. Está también una camarilla de tomar cine de otro inmigrante, Don Antonio, quien tomaba películas familiares en los 60’s en Santa Clara, California.

Uno de los atractivos que tienen los mercados de pulgas, o Swap Meets, es que a veces uno se encuentra con objetos usados que le recuerdan ciertos momentos de su infancia, como esa bomba de spray de insecticida con la que se hacían exterminios de moscas en las cocinas de los lejanos pueblos michoacanos.

Los objetos usados que se ligan a una historia personal, familiar o social, son FACILITADORES DE RECUERDOS porque usualmente una imagen tiene una capacidad evocativa más inmediata que las palabras. No son autosuficientes, pero a cierta edad en que la memoria se hace menos eficiente podrían ser de gran ayuda.

En cada familia debería haber un encargado de juntar una buena cantidad de artículos importantes para la historia familiar, como una especie de “museo familiar”. Esto suele ocurrir con el hermano o miembro que tiene más posibilidades de mantener la colección. Aunque he sabido por lo que me cuentan en el Swap Meet, que suele ocurrir que “cuando muere el viejo”, los herederos venden la casa y se deshacen de los “tiliches”.

Estamos viviendo una época de gran consumo basado en la compra y desecho de objetos de corta duración. La movilidad de las familias (desplazamientos e inmigración) hace peligrar las colecciones, y con esto la organización de los auxiliares de la memoria.

¿Qué consecuencias podría tener esto en nuestra forma de pensar y de sentir?

En primer lugar, nuestra memoria no se hace tan precisa, y, con esto perdemos la PERSPECTIVA de lo que somos: ¿por qué somos así? ¿de dónde venimos y cuánto ha costado tener lo que tenemos?

Cada vez que veo la camarilla View Master que compré en Connery Road en Monterey, California, recuerdo cuando de niño pagaba 10 centavos por ver un disco con imágenes de diapositivas afuera de la iglesia. Eso me hace sentirme más agradecido con la tecnología que ahora uso, y sin duda, esa perspectiva me permite hacer un mejor uso de las cosas, al vez que sentirme más en control de lo que quiero ver.

Camarita View master proveniente del Cannery Road Antique Shop, de Monterey. California. Foto José Fuentes-Salinas.

Hoy, no tengo moscas en la casa ni mosquitos, pero la bomba de DDT oxidada que cuelga en la pared de mi estudio, me recuerda aquellos años en que la cocina de mi casa infantil tenía un cordón del foco completamente negro de moscas, y yo tenía que ponerme un pañuelo para rociar la cocina. Después de aquella masacre el suelo se cubría de negro con los insectos agonizantes.

Dos de los malestares mentales que afectan y matan más a la población son la DEPRESION Y TRASTORNOS DE ANSIEDAD. De una u otra forma, en esto hay un elemento de pérdida de control de nuestras vidas. La idea de que no tiene sentido lo que hacemos o vemos, y la noción de que un peligro incontrolable siempre está frente a nosotros tiene mucho que ver con la PERDIDA DE PERSPECTIVA de las cosas. Nunca antes en la historia de la humanidad habíamos tenido tanto, nunca antes podíamos predecir el rumbo de ciertas cosas. Pero aún así, el sentido de desavalidez y ansiedad suelen golpearnos con cierta frecuencia.

El nombramiento de lugares públicos (parques, bibliotecas, calles…) con personas o grupos que explican nuestra historia es importante en la medida en que ayudan a tener perspectiva del por qué estamos aquí. Sin duda, si usted recorre las calles de su infancia le llegarán infinidad de recuerdos. Pero ocurre lo mismo cuando usted ve aquellos juguetes o muebles que alguna vez poblaron la felicidad de su niñez.

Dice Sigmund Freud que ante las frustraciones actuales de la vida, nuestra mente hace un recorrido en reversa hacia las huellas de satisfacciones que quedaron en el camino.

Esto nos permite sobreponernos a ese momentáneo estado de insatisfacción.

 

 

 

 

 

 

 

DANZA: Ricardo Gálvez Aguayo, maestro de Los Matachines en Los Angeles

De espaldas a su huerto alambrado y cultivado de tomatillos, sentado en una silla de plástico, Ricardo Gálvez Aguayo dice con voz grave: “la vida me la acabé danzando”.

El hombre de Jalisco es uno de los danzantes que enseñó a los angelinos a bailar la danza de los matachines.

Lo hizo a través de su hijo Javier, que lo mismo va a la Universidad de Irvine que a la de chihuahuas para mostrar su arte.

Con un oído activo parcialmente, y otro completamente sordo a causa del ruido de un balazo que un amigo disparo contra un león de la Sierra, a sus 90 años, dialoga en su casa de Atwater Village, con una gran serenidad.

DE JALISCO A CALIFORNIA

Sombrero de fieltro negro, manos rugosas, ojos cansados, apoyándose en el bastón, rememora los días en que la danza era un ritual festivo que empezaba a las dos de la madrugada y terminaba a las 6:00 de la tarde.

“Yo nací en el rancho de Los Otoles. Ahí danzábamos con la pastorela y en las fiestas de la Santa Cruz. Venían de todos los ranchos, del de Ojo de Agua, de los Gálvez, los Robles, Ternsco de arriba y Tenasco de abajo, de los Bonilla… danzábamos toda la madrugada”, recuerda Gálvez.

Añade que los pueblos solo hablaban de “la danza”, sin hacer distinción si era de los matachines o de los aztecas.

Es su hijo quien se encargó de estudiar esa tradición y dar explicaciones a los universitarios más complicadas.

La danza concluía con una representación del intento de los moros por robar la cruz.

“Se trataba de que el moro llegaba con sus hombres a caballo para llevarse la cruz hasta que se mataban ‘de a mentiras’. El moro decía: ¿que novedades son estas que en mi patria no conozco que festejan la cruz de Cristo?. Nosotros atacamos acuchillándoles una vejiga de cochino llena de sangre que llevaban escondido en el cuerpo.

“Muchos se asustaban porque pensaban que era de a deveras. Una vez hasta yo mismo me asusté porque mi amigo Calixto se desmayó y pensé que se les había pasado la mano. Yo era el bachiller que daba el mensaje y mi padrino Otón, el cristiano”.

Gálvez se sabe de memoria los diálogos. También los movimientos de danza. Toma su bastón y hacer una muestra frente a su esposa, que es 10 años menor que él.

“Hay redobles que todavía los jóvenes no saben hacer”, asegura luego de que acompañamento de un  leve silbido hizo la cruz con sus pies.

ARTE Y TRABAJO DURO

Cuando emigró a Estados Unidos trabajo en el campo. Levantó muchas cosechas, incluso en Idaho. Sus manos toscas aún denotan fuerza.

“Fue por ella que me animé a venir”, comenta dirigiéndole una mirada a su esposa, “Ella nació aquí y cuando cruzamos la frontera en 1957 solo les enseñó su acta de nacimiento”.

Ofelia aún recuerda cuando eran novios por carta.

Él pasaba a todo galope en su caballo y se detenía unos segundos para dejarle una carta, mientras ella barría  la calle.

“Luego mi mamá salía y me decía: hija como que oí un caballo”.

Con siete hijos de familia, don Ricardo entretenía sus hijos contándole las historias del rancho los Otoles.

Quien ponía más atención era Javier. De tanto escuchar un día le preguntó por qué no bailan otra vez.

Su padre, quien se había reunido aquella vez con sus compañeros de baile, le contestó que no podía, que aquí no estaba el Cerro de la Cruz, ni los tambores, ni el uniforme con que se gastaba tres pesos de plata. Pero con un chiflido provocador todo se arregló

Javier aprendió esta tradición y le dió brillo. A sus 52 años es un maestro que lo mismo da clases en México que en Estados Unidos, y en el desfile de Navidad de Hollywood de 1999 llevó al primer grupo de danza nativa en la historia de ese evento.

Me dijeron que tenía que llevar 300 bailarines como mínimo, y le empecé a hablar a todos mis estudiantes, muchos de ellos ya profesionales.

Javier estudió ciencias políticas en la universidad, pero su pasión por la danza lo ha llevado Mexico a estudiar. Éste gusto lo ha transmitido a sus hijos y otros estudiantes que se suelen ver en la Placita Olvera.

“Yo incluso me traje al maestro Florencio Yescas de México”, dice.

Mostrando ya algunas camas debajo de sus sombreros, Javier dice considerarse asimismo como un nahual moderno.

Los Nahuales eran una especie de hechiceros que se convertían en animales. Con un ‘pager’ en la cintura, el profesor Gálvez dice que hora es casi la misma magia universitarios pasa del uso de las computadoras y teléfonos celulares a convertirse en aves y animales danzantes.

“Llevar un pager y un penacho es parte de la sabiduría de un nahual”.

Javier tiene cuatro hijos: Susana, Sonia, Esteban y Daniel.

Susana se graduó recientemente de la Universidad de California en Santa Cruz y le pidió a su padre un regalo que fácilmente cumplió: danzar los matachines.

Con dos hileras de matachines con sus mejores galas Y caracoles que hicieron las veces de trompetas heráldicas, Susi hizo también un homenaje al abuelo Ricardo, “El Danzante Mayor”.

Y aunque Los Matachines han llegado a Hollywood, el abuelo Ricardo Gálvez solo lamenta que en el rancho Los Otoles todo haya terminado.

“No había agua. Empezamos a irnos y todo quedó en la ruina” finaliza sin dejar de hacer con su bastón los movimientos que se asemejan a los que hacían los machetes que sacaban chispas en el suelo.

 

—José FUENTES-SALINAS, originalmente una versión fue publicada en La Opinión de Los Angeles, 2000

CUENTOS URBANOS: El sentido de la historia

Se fue convirtiendo en historia.

Sus visitas al centro de la ciudad lo dejaban cada vez más perplejo.
Le costaba reconocer el lugar que tantas veces había cruzado.

El parquecito estilo japonés donde dormían los desamparados se había convertido en una enorme estructura de condominios de lujo. Los desamparados todavía existían pero se acomodaban a la entrada de la biblioteca y ahora unos fumaban marihuana libremente por eso de las nuevas leyes.

Todo el centro se renovaba y pronto las grúas del puerto no podrían ser vistas desde esas calles por donde tantas veces había deambulado. “Se crearían muchos trabajos”, la doctrina del desarrollo la habían aprendido bien los políticos, inclusive el joven alcalde que se sentía orgulloso de ser el primer latino homosexual en gobernar la ciudad.

La ciudad se iba convirtiendo en algo distinto. Ahora resultaba más complicado estacionarse, aunque los estacionamientos ahora aceptaran tarjetas de crédito. La ciudad que presumía de ser la más amistosa para las bicicletas en el país ofrendaba su corazón a la clase media y a las compañías constructoras que tan generosas habían sido para rechazar la propuesta de control de rentas.

Lo bueno es que, además de ese tráfico pestilente de autos y camiones que desembocaban en el centro y en los muelles, allí llegaba el metro de la línea azul.

Muros que cubren la vista de el trabajo de construcción. Foto: José FUENTES-SALINAS.

Las redes de transporte colectivo se iban extendiendo en todo el condado y pronto habrían de cambiar la nomenclatura: la gente se había hecho tan “color blind” que en lugar de tonos de azul y dorados, serían líneas numeradas. Ocurrió también en la demografía. Ahora ya no era posible distinguir entre negros, morenos, blancos, caucásicos, asiáticos… Ahora la segregación era por niveles de ingresos, porque eso de “clase trabajadora” y el “1%” había sido algo riesgoso en la política del Siglo XX. ¿En qué categoría cabía ahora el ex alcalde de la ciudad vecina que se había convertido en “chairman” de la compañía comercializadora de marihuana?. El primer latino en gobernar una ciudad de ese calibre, el ex director de sindicatos de trabajadores, y vocero del congreso de legisladores, ahora se justificaba diciendo que era importante que los latinos fueran representados en el negocio de la marihuana.

Sentía que el sentido de la historia no le cabía en la imaginación. Lo que había sido el gran crimen del siglo XX, por el que se mataron muchos pobres en Latinoamérica ahora era un negocio de cuellos blancos en Norteamérica, y hasta el ex líder del congreso republicano, el mismo que lloró cuando el Papa le reclamó su rechazo a la reforma de inmigración, el ex legislador ahora también trabajaba en el negocio de la mota, o de la marihuana, porque también en eso las cosas habían cambiado: el término mota era derogativo.

Con las manos en las bolsas y la misma chamarra de mezclilla de hace años ahora un poco desgarrada, caminaba rumbo a pagar el gas y el agua las oficinas del City Hall. Se sentía agradecido de que su facha se hubiera puesto de moda. Su vestimenta de mezclilla deslavada y con señales de tortura era altamente cotizada en los centros comerciales.

Antes de entrar a la biblioteca se detuvo a tomar una foto con su iPhone a los chuches de un desamparado que estaban junto a un paisaje y la ciudad habían puesto para hacer menos cruel el movimiento de grúas y trascabos que construían la remodelación del Downtown. El dormitorio del rincón del desamparado tenía como un muro enorme un póster en acrílico de unos yates en la marina con un sol a la tardecer.

…los desamparados se habían ido a un rincón de la entrada de la biblioteca, donde los chinches de un “homeless” se acompañaban de un yate de lujo con el fondo de un atardecer. Foto: José FUENTES-SALINAS

La biblioteca todavía era la misma.

Desde siempre las bibliotecas públicas habían sido su debilidad. ¡Tanto conocimiento gratuito!… Recordaba la primera que visitó en Wilmington, entre la calle Opp y Fries. Ahí leyó la biografía de Reis Tijerina y su lucha por la tierra. De ahí también saco discos LP para aprender inglés italiano… Ja ja ja… El inglés lo aprendía por necesidad, el italiano, por gusto. “il dennaro contante”… “il machelaio”…  Se le hacía grato entender un poco el lenguaje que había escuchado en las películas de Sofía Loren y Marcelo Mastroianni, o la del “Archidiablo” donde la audiencia en español escuchaba “la putannnaa”… Que era traducido en español por un discreto “mujer pública” en los subtítulos de la pantalla.

La biblioteca ahora daba el aspecto de decadencia, esperando su demolición. Al fondo, la mayoría de viejas computadoras eran ocupadas por desamparados. Pero a la entrada aún aparecían los estantes de libros recién comprados.

Le gustaban los cuentos o las novelas cortas, pero tenía la sospecha de que la elección de las obras estaba en manos de algún burócrata de la cultura que se dejaba mangonear por el mercado de libros, sin pensar en ese punto medio entre la demanda de una población lectora y los “bestsellers”. Aún así, aparecían buenos libros de Inés Arredondo y Mario Benedetti, de Sergio Ramírez y Carlos Fuentes, o “Manuales del Pendejismo”…

Cuentos de Sergio Ramirez e Inés Arredondo.

Urgando las historias se daba cuenta que se había convertido en historia él mismo. Las revoluciones del siglo XX ya se habían convertido en otra cosa, en contextos en que los autores hacían actos de reflexión, contricción, arrepentimiento…

Como un rompecabezas donde siempre faltan dos o tres piezas, buscaba elementos de identidad en sus lecturas.

Pero esas piezas vinculadas a lo que está ocurriendo en principio del siglo XXI siempre se escapaban. No encontraba títulos como: “Teoría y práctica del sonambulismo cibernético”, “El sonambulismo cibernético y su relación con el inconsciente”…

Quería pensar que los cambios en la transición del siglo XX al XXI solo habían sido de canal y de contextos, y si antes se tenía que ver en una pequeña sala de cine a Chaplin bailando un vals con un perro amarrado, ahora eso se podía ver en la palma de la mano en un iPhone.

Era un hombre racional. Lo sabía. Buscaba siempre la interconexión entre lo que fue y lo que es. No quería que el progreso lo agarrara del pescuezo y lo arrinconada en un asilo. Le provocaba asco las segregación.

¡Sus pies ah sus pies!… A veces los estimaba más que sus dedos.

Por eso cada vez que podía se iba por ahí caminando, viendo, solo viendo y pensando.

Tomo dos libros, y sin hacer fila los registró de salida.

La muchachita le dijo en español: “se vencen el 25 de octubre. Que tenga buen día. Vuelva pronto. Gracias”.

El hombre salió contento con el recibo del pago del agua y de sus libros.

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—José FUENTES-SALINAS/ www.tlacuilos.com

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#WomensMarch2018: Un cuento sin la marca del hotelero

El presidente de la nación más poderosa del planeta había sido un gran unificador.

En su primer año de gobierno había ofendido a tantos grupos de ciudadanos que todos tuvieron algo que decirle en la marcha de las mujeres en el centro de la ciudad.

Estaban: los ambientalistas que habían visto como había puesto a disposición de las corporaciones petroleras y mineras grandes áreas de lo que había sido parques nacionales protegidos y zonas costeras.

Estaban los defensores de la diversidad, y de los inmigrantes a quienes todavía les calaba los comentarios de cuando se había referido a sus países de origen como agujeros de mierda.

Estaban las muchachas y sus amigos que habían sido traídos a este país de niños y esta era su única patria que conocían.

Estaban esos que habían sido llamados “Anchor Babies”, porque según el presidente solo eran usados como rehenes para emigrar a los padres.

Caucásicos, muchos caucásicos, estaban también ahí porque sentía que el presidente los había usado cuando dijo que ¿por qué en lugar de haitianos africanos no se traían noruegos?.

La agenda de las mujeres era inclusiva, creativa, abierta.

No se reducía a contestar las ofensas de campaña y del primer año del magnate que alguna vez presumía de que si eres millonario puedes agarrarle el culo a quien quieras.

Venta de playeras

A un año de su gobierno, su gobierno se había cerrado. El presidente que había salido de un show de televisión donde presumía saber negociar, no había podido negociar un presupuesto a pesar de dominar las dos cámaras legislativas a manos de mayorías de su partido.

El gran hacedor de compromisos, el gran comunicador, no había podido ni siquiera comunicar al partido qué era exactamente lo que quería. Decía una cosa y luego salía con otra.

Ante la amenaza de que expulsara del país a los inmigrantes que llegaron de niños, y que ahora no conocen otra patria que ésta, hecha de inmigrantes, como ellos, el presidente pedía que a cambio de arreglarles sus papeles el pueblo americano pagar a 18 millones de dólares para hacer una muralla fronteriza muy bonita.

Es por eso acaso que ese día soleado y ventoso del invierno las muchachas llegaban con sus mamás con todo tipo de pancartas y arte para manifestar su repudio: “sin inmigrantes el presidente no tendría esposas”, decía la pancarta de una mujer.

“Estapendejo: salsa racista”, decía el póster de un joven donde aparecía el presidente con un sombrero de charro de la salsa El Tapatío.

La salsa El Tapatío que se originó en Los Angeles fue usada para expresar una sátira al presidente que se ha hecho famoso por sus desplantes xenófobos y racistas.

Dos amigas con su perrito y un enorme globo azul que tenía pintado el planeta tierra habían colgado un papelito que decía “estoy con ella”.

Yo no fui hasta el centro de la ciudad donde se habrían juntad, según unos, un medio millón de marchantes, pero en dos horas de estar en las calles Broadway, Quinta y Hill, no dejaban de pasar amigos, familias, niñas… Me extraña que las compañías del valle del silicio no hayan venido con una aplicación que mide con exactitud la densidad humana desde un helicóptero.

Pero quizá Michael Moore, con su experiencia documental, tenga algo de crédito cuando en su cuenta de Twitter escribió: “un medio de millón marcharon en Los Ángeles hoy, guau”.

De los calificativos para el presidente había para escoger: “racista”, “mentiroso patológico”, “narcisista”, “divisionista”, “artista del engaño”, “depredador sexual”.

Había todos los tonos y de todos los niveles de conciencia.

En una manta unas mujeres llevaban la propuesta de destituir al presidente y echarlo al excusado. En la plaza Pershing en un contenedor de basura con la foto del presidente enfurecido se decía ponga la basura en el “Trumpster” (Put the trash in the trumpster”.

Plaza Pershing

Otras como una hija y su madre que caminaba por la avenida Hill llevaban un corazón pintado en una pancarta invitando a proteger a los grupos más vulnerables.

Con artistas de Hollywood como Emma Watson que se mezclaron en el casi anonimato, las muchachas se entusiasmaban con la espontaneidad y a la vez con la organización de la marcha, como si fuera una clase de Civismo 101, pero la palabra más destacada era: VOTA. “Primero marchamos, y luego votamos”.

A diferencia de otras marchas de tan solo hace 10 o 20 años ahí en el centro de Los Ángeles ese sábado cada asistente era un vIdeógrafo, un documentalista, con un dispositivo para grabar imágenes y sonido.

El valle de del silicio en California le dio una herramienta el presidente para sus tweets, pero, también, una herramienta a los consumidores contra sus mentiras.

 * FOTOS Y TEXTO: José Fuentes-Salinas/tlacuilos.com

LOS ESCRITORES: el reportero que quería ser guionista de cine

EL JICAMO no quería ser reportero. Su trabajo en el periódico solo lo veía como una forma de sobrevivir mientras alguien, algún estudio, le compraba uno de sus guiones.

Todos los días llegaba con su motocicleta al centro de Los Angeles, abría su computadora y esperaba la primera de sus dos asignaciones diarias. Esa era la cuota de los reporteros, hacer dos notas diarias. Aunque, a decir verdad, el jefe de asignaciones les dejaba hacer la segunda nota con un comunicado de prensa y un telefonazo.

Pero el Jícamo abusaba. Se las averiguaba para sacar rápido sus dos notas de un “maquinazo” (como se decía en las salas de redacción cuando se usaban máquinas de escribir), y luego se ponía a escribir sus guiones.

Al principio causaba admiración de que anduviera en motocicleta y se pudiera trasladar rápidamente a distintos lugares de la urbe angelina, desde Boyle Heights al Valle de San Fernando.

Pero empezó a causar sospechas desde que una vez tenía su nota lista cuando aún la conferencia de prensa no terminaba, y el ya se había regresado. También, en la redacción les parecía sorprendente esa abundancia de citas de gente de la calle en sus reportes. Y hasta parecía que sus compañeras se fastidiaban de ver su eficiencia y estilo de redactar sus notas, mientras ellas con frecuencia tenían que esperarse más allá de sus horarios para terminar sus notas.

La mala suerte le cayó aquella vez que dejó unas fotocopias de sus guiones olvidadas en la fotocopiadora.

Al editor no lo importó tanto el hecho de que hiciera sus guiones en su horario de trabajo, o usara el papel del periódico, sino que descubrió que el diálogo de uno de sus personajes del guión era el mismo que había usado en su nota la semana anterior.

Cuando lo despidieron, sus amistades se dividieron.

Unos celebraban que hubiera ganado el escritor de ficciones, otros lo veían como un reportero que había desprestigiado su trabajo.

 

  • José FUENTES-SALINAS, Long Beach, California, Nov., 2017

Cambria

No hay “M”, o “KFC”, gigantescas, o dominós o campanas. En Cambria no se aceptan los comederos públicos de las cadenas de comida rápida.
Y aunque eso no siempre significa, Mejor calidad, lo cierto es que en ese pueblo costero, que está a mitad de camino entre San Francisco y Los Ángeles, también se está a la mitad entre las aberraciones de la cultura y la belleza extrema de la naturaleza.
En San Simeón, seis millas al norte, Está lo que fue la mansión-castillo de William Randolph Hearst que aún conservas rocas esculpidas por los egipcios hace 3,000 años, mientras que a 15 millas al sur está una enorme roca esculpida por el mar que es el principal atractivo del Morro Bay.
La plata de minas cercanas, la tala de Pinos, la cacería de ballenas y hasta la construcción de La Casa Encantada, con osos polares y cebras, con fragmentos de conventos y castillos europeos, de el millonario, sacudieron la economía de Cambria.
Hoy, basta con que tenga buena vista al mar, y que esté cerca de Paso Robles, donde hay buenos vinos para apreciar más reposadamente el espectáculo que nadie desearía comprar.

Fotos y texto: José Fuentes-Salinas, Jun., 10, 2017

Un guía de turistas explica el arte de los Siglos XVI que adorna lo que fue La Casa Encantada de William Randolph Hearst, en San Simeón, California.

Las rocas, la galería del mar en Moonstone Beach.

Sin negocios de franquicias, ni letreros espectaculares, Cambria es un pueblo que destaca solamente el atractivo natural del mar.

EL INVESTIGADOR

José Fuentes-Salinas
tallerjfs@gmail.com

En 1971, cuando Richard M. Nixon declaró la guerra al cáncer, Brian Henderson era virólogo, uno de esos especialistas que se encargan de ver como los bichos cambian de disfraz para atacar el organismo.
De ser virólogo, se convirtió en cancerólogo.
Fue una de las autoridades más importantes en la epidemiología del cáncer en el mundo.
Dijo muchas verdades incómodas: que lo que comemos y respiramos produce ciertos tipos de cáncer.
Salvó muchas vidas: de quienes se tomaron en serio estos descubrimientos.
Pero trabajando por muchos años en la Universidad del Sur de California, no se pudo sustraer a respirar el mismo aire que el resto de los angelinos.
Murió de cáncer del pulmón, a los 77 años.

LA VISIBILIDAD

Los oaxaqueños son indígenas y mestizos. A veces son sujetos de una doble y triple discriminación: por ser indígenas, por ser inmigrantes y, muchos, por ser indocumentados.
Pero esto no les preocupa a muchos de los que viven en California, quienes son de los mejor organizados para hacer festivales como el de la Guelaguetza y para enloquecer el paladar de los consumidores con sus delicias culinarias.
El día en que la Ciudad de Los Angeles declaró el “Mes de la Herencia Oaxaqueña”, platicaba en el cabildo con la antropóloga alemana Ingrid Kummes, quien trataba de dar una explicación a estas expresiones culturales.
“Lo más importarte es que les da visibilidad. Muchos inmigrantes están acostumbrados a esconderse”, o a ser demasiado discretos.

JFS, 08.22.2015. -tallerjfs@gmail.com