Los Juglares

NO TENIAN la protección del gobierno ni la de la iglesia. No ganaban becas  ni diplomas.

Tenían solo su memoria y su imaginación, su voz para contar historias en ferias, mercados y cortes, y ganarse un sueldo.

Lo que no se perdonaba a los contadores de historias de los Siglos XII y XIII era el aburrimiento.

  • José FUENTES-SALINAS/ www.tlacuilos.com