Todos quieren un poco de atención. Los que venden autos, viagra, estafas y consejos.
El déficit de atención se ha hecho tan preocupante que muchos maestros han pensado en regalar pizzas para quien lea un poco de poesía.
Y por si fuera poco, la poca atención que disponen se la comen los parásitos digitales.
La Wikipedia dice que “El parasitismo es un tipo de simbiosis sensu lato, una estrecha relación en la cual uno de los participantes, (el parásito) depende del otro (el hospedero u hospedador) y obtiene algún beneficio, lo cual no necesariamente implica daño para el hospedero. El parasitismo puede ser considerado un caso particular de depredación. Los parásitos que viven dentro del huésped u organismo hospedador se llaman endoparásitos y aquéllos que viven fuera, reciben el nombre de ectoparásitos. Un parásito que mata al organismo donde se hospeda es llamado parasitoide”.
Y ¿cómo se les llama a los parásitos que se aprovechan de los creadores de imágenes y diálogos, de ideas y ocurrencias, para anunciar cosas que nadie pidió?
Los parásitos digitales creen, como los bancos, que la riqueza se crea de las promesas y el prestigio.
“Algunos son parásitos sociales, obteniendo ventaja de interacciones con miembros de una especie social, como son los áfidos cibernéticus, las hormigas Instagrameras o las termitas facebookensis”.
Cuando los parásitos matan al huésped es cuando se apoderan de su credibilidad ante los lectores, o cuando el cibernauta tiene que ver tanta publicidad que prefiere no visitar ese portal.
Los parásitos siempre andan en búsqueda de un nuevo sitio en la Internet donde colgar su promoción de grátis o sin invertir mayor cosa.
Algunos de ellos se le conoce simplemente como “spamers” para evitarles dar más consideraciones.
Un parásito digital no produce nada, no patrocina ninguna causa, y busca sacar ventaja del que escribe y del que lee.