La basura cibernética

El cerebro se daña. Lo dice el doctor Dharma Sigh Khalsa en su libro “The Aging Brain”. No es aquí el momento para explicárselo en detalle, pero cuando hay dos mensajes compitiendo por su atención, o cuando usted está demasiado tiempo estresado, buscando “controlar” todos los mensajes con que bombardean su atención, algo ocurre.

Por eso es importante ocuparse de la “basura cibernética” esa cantidad de “spams” que su blog no alcanza a filtrar y que le ofrecen todo tipo de cosas que no necesita ni va a usar como cialis, viagra, artículos Louis Vuitton, Channel, Prada…

La “basura cibernética” que se disfraza con mensajes como “oh what an excelent blog, you have the answer to many of my concerns” y que seguramente fue bombardeada desde robots pagados está amenazando no solo la utilidad de las nuevas tecnologías de comunicación, sino la salud mental de los usuarios.

El cerebro humano funciona un poco como las computadoras. Tiene la capacidad de adaptarse a nuevas formas de funcionamiento, y cuando identifica ciertas marcas como un problema, como un abuso, hay una cierta reacción contra ellas, como si esa intrusión publicitaria tuviera un efecto de bumerang.

Pero todo esto ocurre a un costo: el tiempo de los creadores y el tiempo del lector. Acabo de borrar en paquete más de veinte mil correos spam. Aunque los he hecho, casi de manera automática viendo un partido de futbol, lo cierto es que en ese tiempo pude haber escrito una nueva crónica, y, por otra parte, si alcanzaron la atención de los lectores, también ellos perdieron un poco de su tiempo. Ese es el daño que están haciendo los publicistas de lento aprendizaje a las redes de comunicación. Las redes se están convirtiendo en trampas, y el ciberespacio en una jungla.

Quizá eso explica lo que está ocurriendo en el Condado de Orange, California. Ahí, los lectores están regresando a leer los periódicos impresos, y el periódico local ya tiene más de un año en un experimento exitoso: produjeron más contenido impreso, y aunque aumentaron el costo, los lectores y anunciantes lo están favoreciendo. ¿No será que los lectores se están cansando de que les pongan “cookies” envenenadas y que el tráfico en la internet se está haciendo más fatigoso con tantas interferencias visuales.

Da la impresión que está ocurriendo con la alimentación. Ahora, las personas que quieren comer bien y nutrirse están dispuestas a pagar un poco más por contenidos que no tengan tanta grasa y sustancias tóxicas. Da la impresión que está ocurriendo lo mismo con la forma en que alimentamos nuestra inteligencia. A quienes les preocupa más la salud a largo plazo de su cerebro, se han hecho más selectivos con el tiempo de mensajes que quieren ver en las redes.

Los propietarios de las marcas usadas en los spams deberían preocuparse más por la forma en que se les liga con algo dañino.

A las bebidas azucaradas les tardó muchos años entender esto.

Ahora buscan desesperádamente con campañas publicitarias ligarse a otra cosa que no sea la diabetes y obesidad.

 

-JFS, 28.JUL.2013.

LAS GANANCIAS

EL MUNDO en las computadoras está obsesionado por las ganancias.

Busco poemas de Szymborska y cuando apenas penetro en su imaginación, sale un letrero en la pantalla que dice temblando:

-¡Felicidades, usted ganó!

Luego me voy a buscar los poemas de Brodsky y un anuncio me promete unas vacaciones al mar.

Con mis afanes distraídos, me voy ganando boletos en avión, en barco, estancias en hoteles y miles de dólares en mercancía.

Todos ofrecen ganar algo y yo lo único que quiero es no perder mi tiempo.

Apago la computadora y me pongo a leer un libro… sin comerciales.

 

-José Fuentes-Salinas, 9.jun.2012

EXCESOS

APARECEN en todos los lugares, en todos los momentos. El Dr. Dharma Sigh Khalsa piensa que los 1,600 anuncios que el norteamericano promedio ve diariamente lo ponen en demasiado estrés que le va arruinando la memoria.

“Cada anuncio, por supuesto que no nos hace que gritemos de pánico, pero se registra en nuestro sistema nervioso, cobrándole un impuesto a nuestras neuronas y neurotransmisores, y algunas veces liberando hormonas del estrés”.

Los anuncios llegan en programas de televisión, radio, internet, playeras de jugadores, postes…

En el verano, los californianos se van a la playa para escapar de ellos… But guess what?… Ahí aparecen las avionetas frente a ellos ordenándoles qué bebidas tomar, además de romper el paisaje de papalotes y gaviotas.

El concejal Toni Iseman, de Laguna Beach, tuvo que protestar: “Cuando la gente va a la playa, quiere oír el sonido del oceano y las risas de los niños, no las aventuras comerciales”.

 

(Dharma Sigh Khalsa, “Brain Longevity”, 1999; Los Angeles Times, Jul.22.2001. Stanley Allison.)

 

-José Fuentes-Salinas, tallerjfs@gmail.com