Quinceañeras en Los Angeles: Krizia

Cumplir 15 años fue vestirse de rosa y bailar un vals en salón de su escuela San Gregorio.

En medio de retratos de monseñores, obispos y el mismo papa, Krizia jugó a tatuar el hielo seco que se extendía entre luces relampagueantes.

Bailó la Cumbia Sampuesana, la Cumbia Cieneguera, Merengue, salsa y Hip-Hop.

En medio de globos rosas y blancos, con amigos que conocían el buen amor de sus padres, la quinceañera dijo adiós a sus fantasías infantiles para integrarse al mundo de los horarios y los exámenes donde se juega el futuro.

Krizia es hija única. Zinia, su madre, es hija única. Saul, su padre, es hijo único. Pero ese día, la familia salvadoreña-americana eran todos los invitados.

Fue el 20 de marzo, cuando Krizia Stephanie Valle llegó a la conclusión de que el único trabajo que tienen una quinceañera es ser disciplinada en el estudio y alegre y cordial con toda esa gente que la quiere.

Ya ha hecho mucho: ha leído libros de grueso calibre y coleccionado “A”, como se coleccionan trofeos de Tae Kwan Do y Waterpolo.

Krizia ya ha pasado las primeras pruebas que le da la vida: ha tenido la paciencia para entender el Binomio de Newton y los misterios de las células. También ha sabido entender a su abuelita, que nunca está quieta, limpiando aquí y allá, como si fuera una cipota.

También ha entendido lo bueno que es ir a Yosemite, donde la disciplina y los horarios se olvidan, donde el Día del Trabajo no se trabaja, y todo es un juego para zambullirse en el río de Wawoona.

Es probable también que en algunos años más Krizia se enamore, y pueda entender lo que es saber esperar, así como sus padres lo hicieron.

Saul y Zinia son un historia de amor. Oriundos del puerto de La Unión, ellos tuvieron que alejarse por un tiempo. El a Querétaro, ella, a California. Con cartas eventuales se decían “espera”.

Finalmente, en un mágico día, en Los Angeles, se dio el feliz reencuentro. Pero ella lo vió tan flaco, que en lugar de gastarse su dinero del lunch en la escuela, lo guardaba para comprarle pollo a su Saulito.

Pero a Krizia, ahora lo único que le preocupa es saber cómo habrá de prepararse para la universidad, y qué tendrá que hacer para que el tiempo le alcance, como le alcanzó a sus padres el día de su cumpleaños para poner todo en orden para el desorden organizado.

A Krizia le ha quedado para siempre esa fiesta en que una muñequita de cristal se encendía sobre las mesas con colores azul, amarillo y rojo. También le ha quedado en su mente, las palabras del padre de la Iglesia de San Gregorio: aprende a tomar buenas decisiones y con eso tendrás contentos a tus padres, los de aquí, y el de allá.