La adicción a la música en YouTube

De cómo el Quartetto d’archi Gagliano Chitarra inició un trance hipnótico musical en YouTube

Por José FUENTES-SALINAS
tallerjfs@gmail.com

Todo empezó la madrugada del día anterior. Manejaba rumbo al trabajo con la estación KUSC FM de Radio Universidad del Sur de California.
Entre el tráfico de la Autopista 405, se escuchó el Fandango de Boccherini.Los violines, el cello y las castañuelas creaban un viaje mágico.
Fan-dan-go de Bo-cche-ri-ni… Al día siguiente en el YouTube puse esas palabras mágicas que me llevaron a varias alternativas. Elegí al Quartetto d’archi Gagliano Chitarra.
Ver la ejecución, con aquel entusiasmo, con aquella pasión, con aquella humildad de la bailarina que al mismo tiempo que cambiaba las páginas de los atriles tocaba las castañuelas era un verdadero agasajo.
El entusiasmo musical en la Internet desata búsquedas inusitadas. Sabiendo que estamos celebrando el Mes de la Independencia de México, teclee el “Huapango” de Moncayo, dirigido por Alondra de la Parra.
La sonrisa de Alondra daba una alegría adicional al espectáculo.
Escuchando y compartiendo en el Facebook, los clicks me llevaron a escuchar a Alison Balsom tocando música de Vivaldi o de Jazz.
Sentí los efectos de las adicciones a la música, esa sensación de estar cansado y no querer dejar de escuchar a esos ángeles del sonido.
Click!… Eso era todo.
Sintiendo que todo empezaba a ser un sueño, cerré la computadora.
La música de Boccherini y Vivaldi me seguían hasta la cama, como Alison, como Alondra…

Los Escritores en YouTube

BORGES no había leído a Vargas Llosa, y creía que “Cien Años de Soledad”, de García Márquez era una de las mayores obras de la literatura.

CARPENTIER creía que el barroco era la manifestación de la fuerza de la literatura, un lujo.

ONETTI no creía en la disciplina de escribir y le dijo alguna vez a Vargas Llosa que sentarse al escritorio con horarios es como la rutina de dos esposos aburridos -“Mi acercamiento con la escritura no es como una esposa, sino como con una amante”, le dijo.

BORGES no creía que todas las palabras del diccionario deben ser usadas: azul, azulino, azulado, azuloso…

El barroquismo, el exceso de palabras es un pecado de los jóvenes que aún no tienen mucho qué decir, decía Borges.

Borges, quien le atribuía a su ceguera haber podido leer y escrito tanto, nunca había leído a Vargas Llosa a quien años después le darían un Premio Nobel -que él murió esperándo.

(De las entrevistas en YouTube con García Soler)

-José Fuentes-Salinas, 21, set., 2012